14.- Saturno (Julga)

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Escuchen la canción, pero de verdad escuchen la canción pero escúchenla cuando les digan.

Olga Prov:

A veces es increíble lo mucho que te puede enseñar el perder a alguien, como también lo mucho que te puede entregar una persona en cortos periodos de tiempo, quizás eso fue lo nuestro, un amor tan fugaz pero tan real que tenía que durar tan poco, sino, nos convertiríamos en verdaderas diosas por conquistar tan desmedido arte como lo es el amar, no puedo decir que no envidio a las estrellas por ahora tener tu compañía, pero también las amo, las amo porque ellas me recuerdan que tu exististe, que tú estabas ahí.

Dicen que hay gente que está destinada a amar, y lo creo, porque encontrarte no fue algo casual, tuvo que ser objeto de algo divino, algo superior, de no ser así, no tengo maneras para explicar que dos almas destinada a la desdicha se encontraran, que se sonrieran y que solo con eso bastara para que sus corazones saltaran al pecho de la otra, logrando que, desde la primera mirada, ambas almas se entrelazaran.

Hay algo que nadie entiende y que yo tampoco me siento capacitada para explicar, nadie comprende que contigo aprendí a ver lo hermoso de las estrellas, aprendí que era raro y hermoso existir, aprendí a que éramos pequeños milagros que se erguían orgullosos frente a la luz del sol, contigo aprendí que el universo era algo inmenso, pero que era mío, de verdad, daría lo que fuera por escucharte decir una vez más que el universo estaba hecho para ser observado por mis ojos, daría lo que fuera para ver tu tierna sonrisa una vez más, daría lo que fuera por encontrarte en una esquina, esperándome, con esa pose despreocupada, con esa sonrisa radiante, con tu típico saludo que me hacía desear comerme el mundo, "Hey ojitos", me decías cada vez que te veía a la entrada de ese hospital o en la heladería de la esquina, donde sabías que no debías ir, que te hacía mal, pero aun así, me esperabas con un helado de chocolate, casi todas las tardes, hasta que ya no pudiste ponerte de pie, hasta que ya no volviste a abrir los ojos y me dejaste sola.

-Hola amor – le digo parándome frente a ese hermoso nicho que la familia confeccionó, su nombre escrito en hermosas letras, letras que no se comparaban con la hermosura de su rostro:

Juliana Pérez Bejarano.

"El recuerdo indeleble de tu sonrisa y serenidad permanecerá en nosotros para siempre"

-Hoy fui a mi último control, el doctor me dijo que había una posibilidad casi nula de remisión, es probable que el cáncer jamás vuelva, ya casi estoy en una vida normal, me hubiera gustado que estuvieras aquí, me hubiera gustado que estuvieras a mi lado, tomándome la mano y besándome la mejilla, diciéndome que estás orgullosa, diciéndome lo mucho que me amas, pero algo más te ganó, sé que no he tenido el valor de venir, pero es que aún no aceptaba el hecho de que estuvieras aquí, de que te hubiese perdido, pero en realidad me di cuenta que jamás te perdí, solo te encontré de una manera diferente, porque no importa donde vaya, tú siempre estarás conmigo, estoy segura, de que hoy en esa sala de hospital, tu estuviste ahí, sonriendo, con los ojos brillantes, con los dientes blancos, con esas ojeras que a veces salían porque no podías conciliar el sueño, sé que después de que me dijeran que estaba limpia, me tomarías de la mano y sin importar que estuviera mi madre, me darías un beso, me abrazarías, incluso, si tuvieras las fuerzas suficientes me alzarías y me darías vueltas entre risas, probablemente después iríamos por un helado, aunque eso te costaría unos cuantos regaños, pero aun así, lo harías, porque dices que cada vez que vamos por ellos, mis ojos brillan inmensamente, probablemente me dirías que es tu color favorito en el mundo y yo te diría, que tu sonrisa es la más linda, hay tantas cosas que pudimos haber hecho, pero me conformaré con saber que me estás cuidando y amando desde un mundo diferente, pero de igual manera, estás aguardando por mi – sin querer una lágrima se me escapa sin querer, aún es una herida que duele, pero que no me arrepiento de tenerla, porque es evidencia de que yo la amé y que ella me amó con todo el corazón, la amé desde que la conocí, desde ese día que coincidimos en ese hospital que había sido nuestro hogar gran parte de nuestra vida, pero que sin duda, no traería nuestro regalo más preciado.

One Shots (Ventino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora