24.- Quédate (Natalia x Juan Pablo Isaza)

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Hacía cuatro años que Juan Pablo Isaza se había ido de Bogotá, la razón, se había enamorado, pero ella había dejado de quererlo, esa chica, a la que tanto había amado lo había alejado, así que decidió tomar sus maletas y emprender su camino, ese destino plasmado en la música. Porque si, él era un músico de corazón, esa que muchas veces le había calmado, había hecho que volviera a sus cabales y había evitado que volviera corriendo para implorar por dormir en sus brazos una vez más.

-Qué lindo es volver a nuestra ciudad.

Martín que estaba desperezando a su lado, después de tantas horas de viaje, a nadie le hacía mal un estirón; pero las preocupaciones de Juan Pablo estaban en otro lugar, ahora no pensaba en el dolor de espalda que podía tener, o en lo mucho que le molestaba el cuello, él estaba pensando en ella.

- ¿Por qué no le hablas si tanto la extrañas? - preguntó Simón, quien conocía a la perfección esas expresiones rebosantes de dolor y añoranza.

-Porque ella misma dijo que no me quería ver y, por ende, no me humillaré frente a su recuerdo - dolidas, así sonaron las palabras de Isaza, cosa que no pasó desapercibido para ninguno de los integrantes de la banda. Cortar el tema parecía lo más sensato, pero había uno de ellos que no podía ignorar todo; Martín sabía el motivo por el que esa relación había acabado, pero su amiga le había prohibido estrictamente hablar sobre el tema, solo solicitó, que lo cuidara y que no dejara que él hiciera una tontería.

- ¿Qué te pasa Martín?

El cuerpo del menor se tensó, no quería que se dieran cuenta, pero no lo podía evitar, se sentía Judas, la innegable traición martillaba sobre su nuca cual pájaro carpintero con un incesante golpeteo que no le dejaba respirar, al menos no en paz; sólo podía guardar silencio.

-Nada, solo estoy cansado por el viaje - Simón lo miraba con el ceño fruncido, conocía muy bien a su hermano como para saber que algo ocultaba, eran evidentes las insípidas ganas que tenía Martín por salir corriendo de ese lugar.

-Bueno chicos, un descanso de ver sus caras y tener unas merecidas vacaciones con la familia son lo que necesitamos antes de volver a nuestras giras - Isaza se daba consuelo con esas palabras, o por lo menos, eso intentaba. Esa ciudad significaba la peor caída de su vida, había supuesto los dolores más grandes que había experimentado, y volver, significaba romper su alma en los miles de pedazos que con tanto esfuerzo había logrado juntar.

-Recuerden, que nos vemos en tres semanas para irnos a Nueva Orleans.

Eso marcó el adiós de los cuatro chicos que tanto tiempo habían pasado juntos, ese día, cada uno tomaba su camino, tomando un respiro de lo mucho que habían trabajado.

Juan Pablo Isaza había sido el que más se desvivía por la banda, él, había pasado todos estos años, evitando volver a Bogotá, excusándose de los diferentes trabajos que se debían realizar, encontrando cada vez más motivos para no viajar, hasta hoy. El día en que una maleta y su portátil eran sus compañeros de viaje, el día en que pisaría su casa por primera vez, el día en que recordaría tantas caras familiares, el día en que recordaría, como esa chica perfecta se había fijado en ese desastre que solía ser.

-Juan Pablo - su madre se lanzó a abrazarlo, gesto que él respondió; le hacía tanta falta esa especie de abrazos curadores que tenía su madre.

-Te extrañé.

Esa era la única palabra que podía salir de los labios de ese chico, porque eso era lo único que había aprendido a hacer, extrañar. Extrañaba su familia, extrañaba su perro, extrañaba su antigua vida, y por, sobre todo, extrañaba a Natalia Afanador.

One Shots (Ventino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora