25.- Te Prometí (Makia)

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El conservatorio de música Oreste Sindici era la academia de música más importante del país, en sus pasillos se habían formado los mejores músicos y compositores, no solo nacionales, también sobresalían algunos estudiantes extranjeros; cosa que lo hacían casi imposible de ingresar, por eso, sus pasillos se hallaban llenos no solo de alumnos destacados, pero hijos de la élite del país.

Makis de Angulo era una prodigio, multi instrumentista y compositora a su corta edad de 17 años, lo que la hacía caer dentro de una de esas dos categorías, y en ese nuevo año, su primer año, caminaba por entre los alumnos antiguos atrayendo las miradas de los veteranos, personas que habían estudiado toda su vida en aquel lugar, y que ese día la observaban como el punto negro en la pared blanca. Su primera clase era composición y no tenía ni la más remota idea donde se hallaba de pie en el gran campus ubicado a las afueras de la ciudad.

— ¿Pérdida? — Una joven rubia de alegres ojos azules que emanaba alegría como si de un rayo de sol se tratase.

Sonrojada, Makis solo atinó a asentir, no era exactamente una mariposa social.

— Soy Olga, y tú, debes ser Makis, el profesor Deluchi te recomendó mucho conmigo. Tenemos por lo menos 4 de 6 clases juntas a la semana. — Explicó mientras caminaban por un largo pasillo donde otros estudiantes solo las miraban al pasar.

— ¿Por qué todos nos miran así? — Preguntó tratando de ignorar los ojos que la hacían sentir desnuda.

Olga dejó caer su cabeza a un lado un poco pensativa, — si te soy sincera, no solo te miran a ti, pero aun así te puedo decir que entenderás cuando lleguemos al aula.

El salón era amplio, a lado y lado se ubicaban dos filas de asientos en escalera donde ya se encontraban algunos estudiantes quienes hablaban muy animadamente, en el frente, un usual tablero acrílico, pero, en vez de un escritorio, un gran piano de cola se hallaba imponente, Olga la llevó hasta el extremo más cercano de las sillas, donde una chica de cabello tan rojo como el fuego les sonrió de inmediato.

— Makis, te presento a Camila Esguerra, residente escritora y la mejor compositora que jamás haya pisado este conservatorio.

— Deluchi nos habló mucho de ti, es un placer, — sus ojos eran de lo más curioso que había visto, un momento parecían verdes, otros se tornaban con algo de amarillo, — debo decir que estoy impresionada que el profesor Deluchi haya hecho una recomendación.

— En eso estoy de acuerdo.

Una voz que provino del otro lado del recinto atrapó de inmediato su atención, sus ojos se cruzaron en ese momento con un ángel; su cabello castaño era largo y le provocaba querer pasar sus manos por su cabellera, dos espejos de chocolate la miraron dedicando una sonrisa que gritaba problemas, se reflejaban en los labios más tentadores que jamás había visto. La chica era considerablemente más alta, dueña de una belleza cautivadora que la había dejado sin palabras.

— No tienes exactamente el perfil de Sindici. — Dijo escaneando de arriba a abajo, la chica nueva no era lo que esperaba; esperaba alguna especie de nerd, pero, todo lo contrario, una de las chicas más bellas que había visto jamás.

La manera en que la chica se portaba a sí misma cambió de inmediato, pasó de estar guardada y cohibida, a que sus ojos brillaran con algo que le llamó la atención a Natalia. — ¿Y quién eres tú para decidir si soy apta o no?

Pronto las miradas estaban sobre ellas, era como una lucha de poder, un pulso de voluntades que no se había presenciado nunca en los pasillos, y menos contra alguien como Natalia Afanador, uno de los prodigios más grandes que había dado Sindici; ni siquiera la joven Olga, quien se hallaba un curso más adelante que para su edad, se atrevió nunca a tratarla de esa manera tan suficiente en la que se había convertido en menos de dos segundos.

One Shots (Ventino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora