Otra noche que no estás, otrobeso que queda sin dar. Y ahora vuelves a llorar, yo te juro quisiera intentar.
Camila:
Desde hace demasiados días que no había diferencia alguna entre una noche y la otra, desde hace demasiadas horas que no había diferencias algunas entre llorar o reír, porque la verdad, es que ya no tenia a nadie con quien compartir mis sentimientos o mis preocupaciones. Sabía que me merecía y necesitaba estar sola, recuperarme a mi misma, volver a valorarme como persona.
La historia de la que estaba o saliendo (o creía estar saliendo) había sido demasiado tortuosa como para hacer una especie de introspección que permitiera comprender los sucesos que me llevaron al hermetismo total con respecto a las otras personas o sus sentimientos.
Lo cierto, es que solo estaba ahí, esperando a que alguien pudiese llenar ese vacío que dejó ella, que juntara los pedazos rotos y me dijera que estaba realmente dispuesto a quererme como lo merecía, como esperaba que alguien me quisiera. Sabía que había sido mi error quererla tanto, sabía que era mi error haber destinado mis besos solo para ella, había sido un error permitir que cada noche fuese a su antojo, que cada beso fuera repartido en muchas partes, y que esos te quiero simplemente fuera repartido en cada puerto en el que ella tuviese un amor.
Eso era lo que pasaba conmigo, era una parte pequeña en la composición de sus amantes y de sus amores, una parte que yo misma había decidido dejar de lado, dar un paso atrás y dejarla seguir su camino (como ya lo habíamos hecho muchas veces anteriormente), esta vez, de manera definitiva.
-Una copa de vino no me hará mal. - Respondí luego de guardar el último cuadro que era símbolo de nuestra unión.
Esa era una cosa que no había tenido el valor de hacer anteriormente. Me dirigí a la alacena para poder sacar una botella de vino especial para celebrar mi valor, de la puerta de al lado saqué una copa en extremo grande y me serví, sin embargo, no había conseguido siquiera llegar al primer sorbo. La puerta sonó avisando visitas.
-¡Ya va! - Grité con fuerza para que la persona que había decidido machacar mi timbre hasta la inconciencia.
El reloj de pared marcaba exactamente las 00:23, hora inadecuada para una visita, y, aun así, decidí abrir.
De pronto, frente a mi se encontraba la perfeta, tierna y muy malvada Melissa Roble, esa maldita mujer de 29 años que desde hace cuatro se había robado mi corazón y lo había engatusado con pobres palabras de amor que yo creí. Ella siempre dijo quererme y yo siempre decidí creerle.
Desde hace un año, Melissa había sido un poco más descuidada en sus andadas y varías habían llegado a mis oídos, incluso a mis ojos, desde entonces, las cosas habían cambiado, simplemente había decidido rendirme con más facilidad, decidiendo dar un paso al costado y dale a ella el camino libre para que lograse hacer su vida como quisiese. Pero, por alguna razón, ella siempre terminaba en la puerta del apartamento que alguna vez había sido de ambas, y ahora no era la excepción.
-Mi Cami. - Sus ojos cristalizados y la nariz roja volvían a aparecer frente a mí.
-Melissa. - La nombre con el poco aire que me quedaba cada vez que la veía.
Entonces, como si nada hubiese pasado, ella dio un paso al frente, cerró la puerta y me besó, lo hizo como si yo le hubiese pedido en algún momento que me besara. Sus manos se aferraron a mis mejillas con fuerza y su lengua intento forzar la entrada a mi boca, lanzándome de cabeza a la realidad, esto no podía ser una vez más.
Me separé. - ¡Basta! ¡Melissa, no puedes hacer esto!
-Camila, por favor, sabes que nos queremos. - Dio otro paso en mi dirección, intentando alcanzarme para llevarme contra su cuerpo. - Camila, no seas niña, ven acá.
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One Shots (Ventino)
FanfictionComo ya lo dije, este libro de One Shots será escrito en conjunto con ustedes, así que no duden de pedir sus ships favoritos o del que les gustaría que escribiéramos, este es un libro de Ventino y quien ustedes quieran, esperamos les gusten.