21.- En las manos de Dios (Jumila)

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Camila Prov:

Otra vez sola, ya pasaban las dos de la madrugada y mi esposa no llegaba, como todas las noches. Probablemente llegaría pasadas las cuatro de la madrugada, borracha y oliendo al perfume de otra mujer, quizás ella me despertará para tener sexo, porque ya no hacemos el amor, solo tenemos sexo cada vez que a ella no le resulta alguna de sus conquistas de una noche. Porque si, mi esposa, Juliana Pérez, desde hace más de dos años me engañaba con cuanta persona se le cruzara por delante en sus noches de bar.

- ¿Dónde nos perdimos Juli? ¿Dónde quedó el amor con el que me mirabas cuando nos casamos? – una lágrima cayó por mis ojos, siendo desaparecida por mi pulgar. No dudo en cerrar el portátil donde escribía el último libro. Porque si, había cumplido mi sueño de convertirme en una reconocida escritora, ya tenía una fama mundial. Y ella también la tenía, tenía una fama mundial, había hecho su curso de escritura creativa y había comenzado de inmediato con la escritura de guiones, debido a su talento, escaló demasiado alto en tan poco tiempo, que parecía que ambas éramos invencibles, pero en alguna parte del camino, nos perdimos la pista. Ahora, ella ya no me miraba con amor, y quizás era mi culpa, mi incapacidad para tener hijos, mi poco tiempo que nos impedía tener una buena evaluación para la adopción, quizás mi dedicación a mi trabajo también logró por matarnos, quizás sus celos también contribuyeron un poco, y entre más lo pensaba, más causas encontraba para justificar la muerte de este amor.

- ¡CAMILA! – un grito me saca completamente de mis pensamientos, ella había llegado y se notaba furiosa, me vuelvo para ver la hora en el reloj de la pared, eran exactamente las 02:41, había llegado más temprano que de costumbre.

- ¡Estoy en la sala! – digo un poco más elevado que mi tono de voz habitual. No sabía la verdadera razón de su mal humor, pero definitivamente no sería bueno.

- ¡HASTA QUE TE ENCUENTRO, MALDITA PROSTITUTA! – me encuentro de frente con los ojos llameantes de furia de Juliana, ella empieza a avanzar hacia mí, hasta que ya no puedo seguir retrocediendo, porque la pared me lo impide.

-No...no me hables así... no sé qué te pasa – su palma impacta en la pared que está mis espaldas, casi rozando mi mejilla.

-Yo te hablo como se me da la gana, hasta que descubrí lo que haces en cada uno de tus viajes – su rostro se aproxima al mío, hasta casi rozar mi rostro, puedo sentir el fuerte olor a licor salir de su boca.

- ¿Dé que carajos hablas? ¡Estás ebria de nuevo! No pienso hablar contigo así – intento escapar de sus brazos, pero sus brazos vuelven a cerrarme el paso.

- ¿No sabes de qué estoy hablando? Revolcarte con tu encargado de publicidad es suficientemente desagradable como para querer olvidarlo ¿No es verdad? – no entiendo nada, ¿De dónde sacó esas cosas? Pero ella parece convencida de eso, ella parece estar completamente segura de que yo "me revolqué" con Juan Pablo Ulloa.

-No sé quién carajos te dijo eso, pero no es verdad, podrías confiar un poco en mi – le digo dolida, ella puede revolcarse con media Bogotá y nunca he podido decir nada, porque al parecer, yo no tengo derechos a decir nada.

- ¡TODOS LO SABEN! ¡TODOS HABLAN DE ESO! ¡ME DEJASTE COMO UNA IDIOTA! – su cuerpo me hace chocar violentamente contra la pared, haciéndome revivir el miedo incesante que provoca tener tan fiera mirada sobre mi cabeza.

- ¡¿ACASO TU NO LO HACES SIEMPRE?!¡NO CREAS QUE NO SÉ DE TODAS LAS TIPAS CON LAS QUE TE HAS ACOSTADO DESDE HACE DOS AÑOS JULIANA! - es primera vez que me atrevo a decirlo, nunca antes me había dado el valor de tirarle en la cara el hecho de que sabía que ella me engañaba.

- ¡ESO NO ES CIERTO! – hipócrita, es lo único que puedo pensar, ella cree que soy idiota, que nunca me di cuenta de los mensajes, cree que nunca vi las fotos, incluso, en uno de los eventos, en el que ella creía que yo no la veía, besó rápidamente a una de sus asistentes y es el mismo cuento desde hace dos años.

One Shots (Ventino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora