28.- 11 de Marzo (Olmila)

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Escuchen la canción. Jueves de la Oreja de Van Gogh

Camila Esguerra, como siempre, iba un poco atrasada a su trabajo, el que últimamente (siempre) la tenía extremadamente fastidiada, digamos que estar encerrada en una oficina hurgueteando entre los balances de una empresa no era lo suyo, no, ella deseaba ser escritora, o trabajar en curaduría de arte; pero su padre había dictaminado que eso solo lo hacían los perdedores que no tenían medios o cerebro para estudiar algo mejor, es por eso que trabajaba en esa empresa, como mano derecha del mejor amigo de su papá, haciéndose cargo de toda el área económica; ¿Era feliz? Pues no, esa era la respuesta, para nada, esto no era lo que quería para hacer el resto de su vida.

Para empezar su desastrosa mañana, tenemos que tener en cuenta que su despertador no sonó, es por eso que todo en su rutina se retrasado, ocasionando que perdiera el único bus que la dejaría en su trabajo a la hora, para variar, el día anterior se le había olvidado pasar al cajero, así que no era mucho lo que había en su cartera, así que su única opción era comprar un ticket para la línea del metro, todo apuntaba a que sería un día de mierda.

Entonces un ángel apareció para mostrarle que estaba equivocada, que ese día no podía ser tan malo, solo bastó con levantar la mirada de sus zapatos para encontrarse con una chica rubia preciosa, piel blanca, labios pintados de un tentador rojo y ese rubor en sus mejillas que evidenciaban que el frío de la mañana estaba haciendo su efecto; iba perdida en un libro "El Principito", curiosamente, ese era el libro favorito de Camila, entonces pasó lo impensado, centelleantes azules se cruzaron con el resplandeciente dorado de sus ojos, y el mundo completo se detuvo, parecía que el mar y el sol hacían un baile vertiginoso, el cual se negaban a dejar.

-Avenida Boyacá - se escuchó por el altoparlante.

-Mierda - vociferó Camila al darse cuenta de que esta era su parada y que el contacto entre ambas se había roto, no le quedó más opción que bajar.

Casi como si de un zombi se tratase, sus pies se dirigieron a su oficina, donde estaba una de sus mejores amigas.

- ¿Qué te pasa Esguerra? Me sorprendes, ni siquiera puedes sumar 2 + 2 - dijo extrañada Juliana al ver que su amiga no había dado parte en la planilla de cálculo.

-Maldita sea, no me la puedo sacar de la cabeza - dijo completamente frustrada, era algo impresionante; ella jamás había creído en el amor a primera vista, pero bastó que esos ojos la eclipsaran para tirar abajo todas sus teorías. Y ni siquiera se dio cuenta que había dicho aquello en voz alta.

- ¿De quién carajos hablas? - preguntó Natalia, otra de las amigas del alma de la pelirroja.

— Ah, de la chica del metro - respondió con simpleza.

- ¿Coqueteaste con alguien en el metro? - preguntaron ambas al tiempo.

-No.

- ¿Entonces?

-Solo la vi - dijo con vergüenza Camila. No vería el final de aquello y lo sabía.

-Camila Esguerra, la que no cree en el amor a primera vista se ha enamorado de una chica en el metro, y ni siquiera sabe su nombre - se mofó Natalia, haciendo alarde de una conversación pasada en la que la pelirroja negó por completo la posibilidad de enamorarse de "una manera tan ridícula y burda", recordaba Natalia con claridad.

-Maldita sea, te odio Afanador - renegó avergonzada.

Esa chica le había afectado a niveles que no lograba entender, y lo peor, era que ni siquiera sabía algo de ella, solo sabía que tenía la cara más hermosa que vio en la vida, y sus ojos, ¡Dios! sus ojos eran los más hermoso que podían existir, creyó haber visto a los mismos dioses por medio de ese iris, tan azules que parecían el cielo más alto, donde solo dioses y ángeles habitaban.

One Shots (Ventino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora