36 .- Una y otra vez. (Makia)

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Makis Prov:

Y aquí estábamos, otra vez, después de mi vuelta a Bogotá, encontrándome con ella de la mano con alguien y yo perdida en mi celular, pero ahí estábamos, mirándonos de frente, sin siquiera poder dar un paso para huir, o en su defecto, acercarnos.

¿Quién era ella?

Natalia Afanador, el gran amor de mi vida, y la que se negaba a irse, la que de una u otra manera se las arreglaba para poder estar de nuevo en mi vida.

¿Cómo inició todo?

Hace 8 años atrás, cuando estábamos en el último año de escuela, cuando ella, la capitana del club de teatro tiró mis libros sin querer, ella se arrodilló para tomarlos al mismo tiempo que yo, pero no, nuestras manos no se tocaron como en las típicas películas, si esto fuera una película, en este momento no estaría viéndola con cara de boba tomada de la mano de la que fue su cocapitana. Esa vez, solo nos quedamos mirando con la misma cara de estúpidas que debemos tener ahora, tampoco cruzamos palabra alguna, sino que solo me entregó mis cosas y yo me fui al almuerzo, sin volver a encontrarnos por el resto de las clases, hasta la salida.

Flashback:

La castaña estaba suavemente recostada sobre el muro de la entrada de nuestra escuela, parecía distraída, y esta vez, me di el lujo de mirarla con un poco más de detenimiento, definitivamente se veía preciosa. De pronto, su rostro se volteó y quedó con los ojos clavados en los míos, con una sonrisa floreciendo en su boca.

-Hola. -Despegó su espalda de donde estaba para ponerse a la par mía. - Te estaba esperando, - un beso se posó en mi mejilla sin siquiera esperarlo. - Soy Natalia Afanador.

-Lo sé. - Respondí, "Idiota", pensé de inmediato.

-La verdad es que lo dije para que me dijeras tu nombre. - Ella detuvo mi avance y me volteó para que nuevamente, nuestro ojos se encontraran. - ¿Cómo te llamas?

-Makis. - Vi que tenía una ceja alzada. - María Cristina De Angulo.

-¿Quieres ir a tomar un helado conmigo Makis? - Esa idiota sonrisa me traería problemas. - Y si no quieres aceptar solo para pasar el rato, por lo menos acéptalo a modo de disculpas por haber tirado tus libros.

-Me ayudaste a levantarlos, eso ya es suficiente.

-No para mí. - Volvió a sonreír con dulzura. - Por favor, acepta.

-Está bien, no creo que sea malo, después de todo, no tengo tareas por hacer.

Y diablos que estaba equivocada, porque esa misma tarde, me reí como nunca de lo desastrosa y divertida que podía ser Natalia Afanador. Debí saber que era un peligro cuando su risa me hizo quedar como boba mirándola, y por, sobre todo, por su descuidada manera de ser, debí saber que mi corazón no era un buen lugar para dejar mi corazón. No lo supe hasta que ella tomó un atrevimiento que no creía capaz para nuestra primera salida.

-Tienes helado. - Su sonrisa me debió advertir algo.

-¿Dónde?

Ella apuntó mi cara en general. - Ahí.

-Necesito que seas más específica.

-Si quieres yo lo puedo limpiar.

-Está bien.

Sus manos tomaron mi cintura con rapidez, acercándome a su cuerpo hasta que respiramos el mismo aire. - Pero yo decido como limpiarlo. - Sus labio bajaron hasta estar casi pegados a los míos, mientras que su mano subía a posarse en mi mejilla, y como si sus labios fueran un botón de inicio, el mundo se paró por completo cuando me beso.

One Shots (Ventino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora