Qué hubiera sido. (Julkis)

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Hoy te vi
Y no te pude hablar
Sabemos que ya no es igual


Juliana:

Se veía hermosa, ella simplemente se veía tan bella como la última vez que la dejé en esa estación de autobuses que la llevaría a su preciado futuro. Podría ir hacia ella, pararme al frete y saludarla, decirle que me alegro mucho de saber que tiene su título, que esté surgiendo en su negocio, y quizás, por alguna chica debería estar conquistando por ahí, pero no podía, simplemente no le podía hablar. Definitivamente ella debía tener a alguien, era imposible que estuviese sola siendo un ser humano tan bello.

Yo en cambio, seguía ahí, esperando fielmente que unas ganas de seguir adelante surgiera, y, que de alguna manera pudiera despedirme de ella. Llevaba casi un año intentando escribir esa carta con la que podría decirle adiós, pero cada vez que creía tener las fuerzas para escribirla, mi mano simplemente dejaba de funcionar y las palabras me parecían tan absurdas que ni siquiera podía terminar de escribirlas.

—¿Sabes? — Una mano se recargó en mi hombro. — Siempre se puede abrir una oportunidad para hablar, para que solucionen las cosas. — Un resoplido cansino me dio a entender que lo que vendría no me gustaría. — O para decir adiós, un adiós que ese amor tan grande se merece.

Tomé su mano para corroborar que estaba ahí conmigo. — No quiero decirle adiós Natalia, nunca he querido.

—Entonces ¿Por qué nunca la buscaste? —Preguntó desparramando en mis propios pies. — Tu sabías donde estaba, podías ir tras ella. — Fui cobarde, esa era la única opción. — Si no querías ir tras ella ¿por qué no la buscaste?

—Porque tenía miedo.

Y si, lo sé, sé que si hubiese ido tras ella, ahora las cosas no serían así, no estaríamos tan separadas, al punto de no saber cómo reaccionará con mi presencia. Si yo no la hubiese dejado ir hace tiempo, ahora las cosas serían igual que antes, ahora ella estaría de mi mano y estaríamos una frente a la otra, diciendo la única palabra con la que nos podíamos describir. Amor.

—Lo siento. — Susurró Natalia.


Hoy tal vez
Tú puedas entender
Nunca escogimos el final


Cerré los ojos frustrada, intentando encontrar de alguna manera una especie de calma tácita que me provocaba el refugiarme en los recuerdos de un pasado en el que habíamos sido felices. Lo único, es que este recuerdo, por primera vez no era feliz.

Flashback:

Makis había regresado luego de tres en la universidad, tres meses completos en los que yo me tenía que comerme las ganas de ir corriendo en dirección a ella, abrazarla y besarla hasta que todas las peleas idiotas provocadas por la distancia dejaran de afectarnos con tanta fuerza.

La amaba tanto que me dolía tenerla lejos, me dolía saber que alguien podía estar haciéndole daño, que alguien podía estar jugando con ella, o simplemente, que podían estar utilizando su ingenuidad para aprovecharse de ella de alguna manera. Eso me había vuelto estúpida y ciega, tanto que a veces la pagaba con ella, desquitando mi frustración de no tenerla con ella misma.

Ahora, parecía una niña emocionada por recibir un dulce, porque esa era la sensación que me daba cada vez que Makis estaba cerca. El autobús que traía a esa persona tan preciada para mi había llegado, y yo tenía una especie de pequeño ataque al corazón que me estaba volviendo aún más ansiosa por tenerla a mi lado.

One Shots (Ventino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora