Capitulo 14

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Ernesto había madrugado desde muy temprano. Y como nunca quiso sorprender a Ellen preparando una receta de las que su esposa solía preparar para su aniversario de bodas.

Desde la tarde anterior había estado muy nostálgico recordando a su esposa fallecida. Y viendo en Ellen a la hija que siempre deseo. Así que decidió preparar una tartaleta de fresas. Que él siempre comía año a año en el aniversario de su primera cita con su mujer. Y este su primer año viudo deseaba hacerlo con Ellen.

Encendió el horno y cronometró el tiempo de cocción para no pasarse. Al término apartó la tartaleta en una fuente circular y salió a comprar al supermercado algunas frutas y cosas para acompañar un buen desayuno.

A su regreso se fue al departamento de Ellen y allí pasó toda la mañana. Y por ser domingo se puso a ver televisión en la salita de Ellen mientras ella salía a visitar a una amiga que acababa de ser madre de dos niños hermosos.

Ellen disfrutó ver a su amiga bastante atareada con sus pequeños, pues aunque ella no era consciente le repartió a Ellen y al resto de la visita lecciones hipnopédicas de higiene y logística materna, de conciencia y de vida erótica post parto. En medio de un zumbido de canciones de cuna que alegremente cantaba para adormilar a sus inquietos llorones.

Ya siendo las cuatro de la tarde Ellen regresaba animada a casa para contarle a Ernesto acerca de su amiga y los niños.

Dos cuadras antes que el taxi de Ellen doblara para llegar a su casa un alboroto de sirenas de patrullas y bomberos no permitían que el taxi avanzara hacia su calle. Así es que se bajó y caminó curiosa y con una opresión que la embargaba. A medida que se acercaba más gente aglomerada encontraba en torno a una ambulancia. Ella pasó frente a la ambulancia a paso veloz, al ver que decenas de bomberos terminaban de apagar el incendio que había envuelto su pequeño departamento el de Ernesto y el de la casera de al lado.

Un nudo se le formó en el cuello. Las palabras parecían haberse atorado entre su lengua y dientes. De un momento a otro irrumpió en un llanto amargo que la quebraba y hacía pedazos. Con un amplio ademán señaló su departamento. -¡Pueden sacar a Albert! -graznaba en medio de sollozos. Los ruidos de las sirenas, la gente gritando, la aturdían, mientras se abría paso como podía para acercarse a la acera de su domicilio. Un patrullero obstruía el frente para dar acceso al camión de bomberos que poco a poco terminaba de extinguir el fuego. Ellen anegada en amargas lágrimas caía al piso de rodillas como si se derritiera ante el aire irrespirable que se filtraba a sus fosas nasales enrarecido, y las bocinas y frenazos bruscos alrededor suyo al final de la calle y los vecinos aglutinados terminaron por ennegrecer su visión. Todo se había consumado con el fuego; su vida daría un giro brusco.

Tres horas más tarde Ellen abrió los ojos perpleja, parecía que despertaba de un mal sueño.

- ¿Señorita cómo se siente? -preguntó una enfermera muy atenta, e inició a auscultarla anotando en su tablero su temperatura, pulso y presión.

-Mmnm, ¿en donde estoy? -Dice confundida Ellen

-Señorita... Borgoña -murmuró la enfermera observando la historia clínica que portaba en la carpeta metálica sobre sus manos.-¿Es usted hipertensa?, ¿Tiene o ha tenido problemas cardíacos?.

- ¿Estoyy... en... uun hos..pital? -pregunto confusa Ellen.

-¡Así es señorita Borgoña!, los paramédicos la trajeron desmayada de el incendio de la calle las Garzas. -Informó la enfermera mientras se retiraba de la habitación.

Ellen se encontraba perpleja, no sabía que era lo que había pasado, empezó a pensar en múltiples causas y ninguna parecía dar respuesta a su incertidumbre. De pronto recordó a Albert, se incorporó algo mareada y se sentó al borde de la cama, se observó detenidamente y vio que traía una bata de hospital, y debajo de ella no traía nada. Se paró y se dió cuenta que la bata apenas y le cruzaba la espalda, haciéndola sentir desnuda. Se acercó a la puerta de la habitación y observó un gran número de personas que iban y venían en traje de hospital. Hasta que divisó a alguien que por su aspecto parecía ser un médico. Le hizo una seña y éste se acercó.

A FAVOR DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora