Capítulo 34

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Muchos minutos después de su instante pasional Albert y Ellen se asomaron a la sala y anduvieron buscando el celular de Ellen en el piso, al ubicarlo, lo volvieron a armar y encendieron para leer cada uno de los mensajes enviados por ese extraño contacto.

La pregunta que quedaba en el aire era cómo consiguieron el numero de Ellen, si ese sólo lo sabían Albert, Marcelo y Silvio, incluso los antiguos compañeros de Aromas Peruanos desconocían su número telefónico.

 —No estoy muy segura, pero creo que nadie conocía mi número Albert, los únicos extraños son las personas que me atendieron en la clínica y eso pasó hace casi un mes y medio. No entiendo.

 —Realmente esto es muy extraño, demasiado extraño, diría yo.  —Dice Albert rascando su quijada en una actitud reflexiva, tratando de traer recuerdos o circunstancias que pudieran permitir una explicación a tan descabellado asunto. 

 —¿Cómo están tortolitos?, ¿ya listos para irse al nido?  —comenta risueño Silvio atravesando el pasadizo con dirección a la cocina.

—¡Ehy!, ¿es que no hay cariño para el guapo padrino en esta casa?... no sé... mínimo un vasito de agua de caño ¿no?.

 —¡Por los clavos de Cristo!, Es imposible domesticar a un rinoceronte, comentaba Ellen en un estilo breve y vigoroso, caminando tras Silvio. —Es que hay hombres que son casi como los rinocerontes, no responden adecuadamente al condicionamiento. ¡Pobres! Creo que Silvio es uno de ellos. Afortunadamente es muy bueno en su trabajo y además eres un hermano para Albert, porque sino yo ya te hubiera corrido a escobazos.  —Sin embargo, te considero completamente inofensivo.

—¡Completamente inofensivo!, mira mi estimada casi comadre-cuñis no te digo nada, porque aun no sé que me quisiste decir.

—¡Ehy!, ¿De que conversan?, dice Albert acercándose a la cocina.

— ¿De qué?... Mmmm creo que de nada.

—Ellen convenceme que es bueno vivir en pareja, a ver si a lo mejor me animo...  ¿preparaste algo? aunque sea un pan con mantequilla... Es que aquí tu machucante me tiene trabajando desde el amanecer y no me da ni siquiera horario de refrigerio, y ni hablar de la hora del tecito. ¡Es un negrero! Y mírame bien... ¿no me ves... pálido? o a lo mejor ¿ojeroso? ¡A lo mejor tengo principios de anemia! o algo así.

—Silvio creo que eres todo un manipulador, cómo es posible que Albert te negree si siempre escucho que  te le pierdes y él anda como loco al teléfono buscando tu paradero... —Señala Ellen mirando a Silvio achicando los ojos.

—¡Por Dios hombre!, a Ellen también le vas a vender la idea que pregonas a los cuatro vientos, acerca que soy un mal empleador. —Reclama Albert

  —Bueno Bro... tengo que cuidar tu reputación para que te respeten, ¡sino imagina! todos serían unos abusones contigo, sobretodo las féminas... Y eso que no he corrido la voz que tienes buena puntería de a una y las haces parir por tres...

—¡Ya, hombre! contigo no se puede... en el refrigerador hay un taper de vidrio con mi cena, te la cedo, calientala en el microhondas y ¿déjanos tranquilos? ¿Sí? tenemos que resolver un lío con Ellen, el cual podrías ayudarme a hacerlo si no salieras con tanta estupidez.

—Habla matador, mira que soy muy bueno resolviendo casos, ¡tú lo sabes!

—Silvio, hoy estuve recibiendo varios mensajes de un remitente desconocido que se hacía llamar; "Tu apasionado crush", bueno yo pensé que esos mensajes eran de Albert, ... porque él había estado mencionado esas palabras toda la semana, me refiero a lo de crush y esas cosas,... pero despues de varios mensajes el último mensaje fue acompañado de un audio en el que una mujer que parece tener sexo menciona a Albert, mira aquí están...

A FAVOR DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora