Capítulo 1

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¡HOLA COMO ESTAS! Quiero agradecerte de ante mano que te des un tiempo para leer mi historia, la cual espero sea de tu agrado, y bueno, te diré que esta historia a diferencia de las otras que he publicado tiene un propósito: entretenerte.

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Era una mañana bastante estresante entre documentos. Oficios. Cartas. Demandas...

Leyla se tocó las rodillas con nerviosidad, y miró al hombre, ese que con su sola presencia la derretía íntegramente. Albert era capaz de causar eso y mucho más en toda la población de féminas. Y como cada tarde, exactamente a las 2:00 pm en punto, salía de su oficina elegantemente ataviado, como lo exigía la norma. Iba rumbo a los juzgados como siempre.

Leyla no entendía muy bien sus ideas y referencias, pero siempre que lo veía salir de su oficina le esperaba casi congelada, o petrificada y entornillada en su silla giratoria con los ojos bien abiertos y los dedos listos sobre el ordenador con una libretita de apuntes a mano. Pues con Albert, nunca se sabe que se le ocurrirá encargar. Y pobre si se equivocaba, la pasaba negra toda la semana restante.

Leyla esperó pacientemente que Albert Contreras Reyes pase frente a su escritorio, hasta al menos recibir una orden que pudiera justificar sus arranques del día.

— Leyla,... Leyla... Leyla- Suspiró Albert. Desde cuando te he dicho que NO TE QUIERO VER HOLGAZANEANDO EN EL TRABAJO... ¡TIENES UN KILO DE DOCUMENTOS POR ARCHIVAR!!

— ...

—Allí dentro te dejo los oficios del día. Separa los urgentes. Y no quiero llamadas a no ser que sean urgentes.

— ....

—¡No quiero llamadas!, "Hai capito o vuoi che te lo spieghi con i cartoni animati"

—...

—Nos vemos mañana hoy no regreso.

—....

—Hola Leyla ¿Otra vez el papacito se fue y te dejo babeada?.—decía Bertha bastante risueña.

—Pero si es la bambina más tímida. ¿Me haría el honor? —Pregunta Mario mirando la puerta e invitando a salir a Leyla en una pose bastante caballerosa.

Ella le sonrió a Mario por tanta amabilidad. Tanto así que se sintió especial. Se incorporó, un tanto ruborizada y nerviosa por tanta cordialidad a la que ella no estaba acostumbrada. Esa a la que la exponía Mario. Y pensó para sí misma; —Como quisiera que fuese el Doctor Albert quien me adulara y me escolte a almorzar.

—Chsss, chsss...

—¡Silencio! dijo Bertha. Creo que hay alguien en la puerta. —susurró.

—A lo mejor el jefe regresó, dijo Mario perspicaz y cruzó la estancia casi de puntillas y con un movimiento rápido abrió la puerta bruscamente de par en par. Naturalmente no había nadie.

—Lo siento, supongo que estoy un poco nerviosa. Cuando la gente empieza a sospechar de uno, empiezas a sospechar de todos. Decía Bertha, llevándose una mano a la frente. Luego suspiró y su voz se hizo quejumbrosa.

—Si supieras todo lo que he tenido que soportar últimamente... dijo nuevamente Bertha, casi sollozando, con la marea ascendente de autocompasión. Era como si se hubiese colapsado un puente. - ¡Si lo supieran!

Leyla y Marcos que la escuchaban con cierta sensación de incomodidad. <<pobrecilla Bertha>>, pero al mismo tiempo sentían que una vez más Berthita sucumbía al protagonismo dramático que la caracterizaba para adquirir al menos el 1% de notoriedad.

A FAVOR DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora