Capítulo 58

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Albert se marchó del hotel con el corazón marchito por su propia causa, con sola una idea cruzando por su cabeza eliminar a todos aquellos hombres que de alguna u otra manera había permitido que sus decisiones produzcan desilusión, ira y desamor en Ellen. Trepó a la escalera que minutos antes dejara apoyada al borde de ese techo y sin mucho esfuerzo cruzó al frente, desde allí, pudo ver a través de la ventana a su amada con los brazos doblados sostener su rostro. Ellen lloraba, y cada lágrima que ella derramaba laceraba su alma. 

Observó su reloj pulsera, aún era temprano, para la cita con Alex, pero seguir allí contemplando a Ellen llorar no era nada sano, sabía además que tenía que concentrarse e ir sereno a aquella confrontación, sólo eran seis los últimos hombres que faltaban eliminar de su lista. Y así fuera lo último que hiciera él debía eliminar a esa gente; se lo debía a sí mismo, pero sobretodo a  Ellen, su inocente mujer, aquella que con solo una mirada tenía la suficiente arma para llevarlo al paraíso celestial o pisotearlo hasta arrojarlo a las mismas llamas del infierno.

Asomaba a sus ojos una lágrima 
y... a mi labio una frase de perdón.
Quiero pedirte perdón 
por esta decepción 
con todo mi corazón 
no puedo creer 
que todo aquel amor 
contenido en tu pecho se transformó... 
pero al pensar en nuestro mutuo amor, 
yo digo aún: ¿Por qué callé aquel día? 
Y ella dirá: ¿Por qué no confié en él? 
Es cuestión de palabras, y, no obstante, 
después de lo pasado convendremos 
que la culpa es mía 
¡Lástima que el amor un diccionario 
no tenga donde hallar 
cuando la idiotez es simplemente orgullo 
y cuando es dignidad!

¿Ves el sol, apagando su luz pura 
en medio de las ondas que producen las nubes? 
Así hundió sus fulgores mi ventura 
Mira la luna: desgarrando el velo 
de las tinieblas, a brillar empieza. 
Así se levantó sobre mi cielo 
el astro funeral de la tristeza. 
¿Ves el faro en la calle? 
Así radia la fe sobre mi vida, 
solitaria, purísima, escondida: 
¡como el rostro de un ángel en la sombra!

Tú rostro Ellen, el único que veo al levantarme y acostarme cada día. 

—Y por ti es que estoy metido hasta lo más hondo rodeado de esta mierda, que espero algún día lo entiendas. Pero sobretodo te des cuenta que en mi corazón sólo hay espacio para una mujer sobre la tierra y esa eres sólo tú. — Gritó Albert a los cuatro vientos, como si el mismísimo cielo pudiera retransmitir aquellos pensamientos y lamentos hacia aquella ventana en la que se encontraba aquello a lo que Albert más protegía en esta vida.

Instantes después con el rostro de piedra y la mirada inexpresiva caminaba con un solo rumbo la zona de contenedores cercana al puerto, se cubrió con una sudadera de mangas largas y capucha con el fin de mostrarse completamente de negro, para evitar ser visto y se ocultó entre los contenedores que parecían estar desde hacía mucho, dadas sus empolvadas paredes externas, y se acostó sobre el techo, siempre alerta. En breve encenderían las luces y las cámaras de seguridad, que intentaba localizar desde su posición. Metió sus manos a los bolsillos para sacar un arma pequeña y mirar a través de la mira la posición de éstas. Al cabo de unos minutos localizó las cámaras, se trataba de exactamente seis y lo extraño es que casi todas estaban cerca a un área en la que  sólo  había una columna vertical de contenedores. Eso lo puso en alerta. 

Albert reptó como pudo en dirección a la zona donde había localizado dos de las cámaras más cercanas y trepando sobre el techo de otro contenedor con algo de dificultad, pudo por sobre éstas, disparar con el silenciador directamente hacia el lente de ambas. Cuando estaba bajando sintió pasos de gente caminar, y no pudo salir de donde se encontraba.

Su bolsillo izquierdo empezó a vibrar con la llamada entrante, lo alarmó por unos instantes, luego se dió cuenta que era Alex, muy probablemente lo andaba buscando en el punto de encuentro acordado. Lugar al que Albert nunca llegó. No quiso que ella viera sus ojos enrojecidos por las lágrimas derramadas, un par de horas antes, y se había adelantado a lo acordado y ya estaba al interior.

A FAVOR DEL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora