18.- Inesperado.

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ALBA

La sargento Galera, nos reunió en la unidad de mujeres.

- Quedan dos meses para que esto acabe. Se va a iniciar un proyecto experimental orientado a que tengais más libertad en la academia. Si en estos dos meses va bien, se implantará en los cursos venideros.

Desde mañana, podreis salir de paseo todas las tardes a partir de las 19 y hasta las 22.
Ya no se va a formar para ir al comedor, sino que se van a hacer tres turnos de comidas y vais a ir en orden según la compañía a la que perteceis. Esto quiere decir que podreis sentaros a desayunar, comer y cenar con quien querais.

Las cenas no son obligatorias y podeis cenar fuera. Pero a las 22.00 teneis que estar en la academia para la revista antes de dormir.

Todos los fines de semanas los tendreis libres sin necesidad de pedir pernocta por lo que podréis iros a casa o quedaros por Baeza sin problema.

Cuando terminó de hablar con una sonrisa en su rostro y se despidió de nosotras, la unidad de mujeres al completo empezó a chillar.

Nos abrazábamos felices, podríamos pasar los últimos meses juntas, prácticamente a todas horas.

--Chicaaas!!! Vamos a poder comer juntas!!! Dos meses!!! Gritaba Marta entusiasmada!

- Que guay chicas y podemos salir por las tardes al cerveceo!!! - Soltó casi cantando María.

Estábamos en la misma compañía y en el mismo turno.

Miré a Natalia con un sonrisa que hacía que me dolieran los mofletes. Ella ya me estaba mirando fijamente y me devolvió la sonrisa.

Nos sentamos en las camas y Natalia se sentó en el suelo entre mis piernas apoyando sus brazos en mis muslos. Yo rodeé su cuello con mis manos y apoyé mi barbilla en su cabeza, dándole un casto beso en la coronilla.

Estábamos haciendo planes para la tarde del día siguiente y sentía una paz y un calma teniéndola en mis brazos, que me hacían olvidarme de lo que tenía alrededor.

Ella me cogió la mano y acariciaba el dorso con su pulgar. La besó despacio y yo acaricié su pelo. Olía taan bien... Suspiré.

El miedo a la separación, que no había analizado hasta el momento, se había instaurado en mi y ya no era capaz de echarlo de mi mente.

Lo cierto era que en un mes y medio teníamos que pedir destino, y según lo que habíamos hablado en muchas ocasiones, yo iba a intentar ir a Alicante y ella a Navarra, lo mas cerca posible de Pamplona. Nuestras familias estaban allí, y además ella tenía un Mikel... uff, al pensarlo me daba una punzada en el pecho.

María pediría Madrid, Julia Cádiz y Marta ,Málaga,  en definitiva, todas íbamos a pedir cerca de nuestras casas, pero lejos las unas de las otras.

Si pensaba en que después de 9 meses de mi vida conviviendo con esas maravillosas mujeres, ya nunca más iba a ocurrir, me daba un bajonazo increíble.

Nos quedaba un mes muy duro de exámenes teóricos y pruebas físicas. Mis notas estaban más o menos en la media, la verdad es que había estado más pendiente de otras cosas que del estudio..., sonreí.

Pero le tenía pavor al Kilómetro, entre paseos y bollodramas, había dejado de salir a correr por las tardes y ya solo lo hacía los días que teníamos educación física.

No era ningún misterio que odiaba hacer el kilómetro y que físicamente lo pasaba mal, pero mentalmente me estresaba hasta quitarme el apetito. Tenía que pasarlo o me tocaría quedarme allí en verano, sin mis amigas.

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