84.- La puesta de sol.

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NATALIA

La adaptación de Alba a su nueva vida en Madrid, parecía ir bastante bien. Había pasado un año desde que se mudó, por fin se había asentado en el piso, tenía instaladas sus cosas, y parecía empezar a sentir que estaba en su casa.

Durante ese año, habíamos ido a visitar a mis padres y hermanos, que ya estaban avisados de nuestra relación, por lo que cuando llegamos, no hubo que hacer las típicas presentaciones incómodas, ni el comunicado oficial. Alba estuvo segura y divertida con mi familia, se desenvolvió muy bien con ellos, y respondió a los interrogatorios de mi madre y Elena sin que le temblara el pulso. También habían venido a vernos sus padres y Miki y Marina, y contra todo pronóstico , conseguí pasar las visitas sin colapsar.
Íbamos quemando etapas poco a poco y todo iba de maravilla entre nosotras.

Empezó a trabajar en su nuevo destino, en el que, a parte de desempeñar un trabajo diferente a lo que había hecho hasta ahora, disfrutaba muchísimo.Trabajábamos en el mismo edificio, aunque no solíamos coincidir en los horarios y nos veíamos esporádicamente en momentos puntuales.

En numerosas ocasiones, Alba tenía que viajar para hacer alguna investigación, y no nos veíamos en una semana o dos, pero éramos felices. Nos gustaba lo que hacíamos, la convivencia era maravillosa y los reencuentros eran una pasada.

Esa noche, ella regresaba de una semana y media de viaje investigando un homicidio en Lugo, y yo la esperaba impaciente. Había preparado una cena especial en la terraza, decorando todo con velas aromáticas y una música suave que favorecía el ambiente que quería crear.

La esperaba en el sofá cuando oí girar las llaves en la cerradura, me puse de pie de inmediato y me senté en la mesa de la terraza esperando a que entrase.

-¡Nat, cariño, ya estoy en casa!

No la contesté, esperé a que me buscase por allí, hasta que dejé de oír la maleta rodar por el pasillo y me encontré con sus ojos y su sonrisa.

-¿Y todo esto?

- Hola mi amor, una tontería, me apetecía hacer algo especial para ti hoy.

Me levanté y me acerqué hasta ella, para besarla y abrazarla.

- Mmmm peque, te he echado tanto de menos...

- Y yo a ti, Nat, he pensado mucho en ti, pero mira, el caso está casi resuelto y en breve podré dedicarte todo mi tiempo.

-¿Y eso cuando será? Porque estoy empezando a volverme loca...

-Pues calculo que en una semana o dos estará todo listo y tendré unos días de vacaciones.

La abracé de nuevo, dejando que su perfume me envolviese por completo,no pude evitar dejarme llevar y empecé a morder su cuello lentamente mientras agarraba su culo con fuerza.

- Mmmm Nat, para, que me quiero dar una ducha, vengo guarrísima y tenemos que cenar, que mira todo lo que has preparado...

Tenía razón, pero ya había empezado a recorrer su piel y eso tenía para mí, un único camino.

- No quiero parar, necesito sentirte... viajas demasiado y ya casi no nos tocamos...

- ¿Cómo eres tan mentirosa,cabrona? Si no hay día que estemos juntas que no lo hayamos hecho... que me tienes agotada...

- Lo siento enana, pero nunca me sacio de ti, eres adictiva.

Me besó despacio, sonriendo en mis labios acariciando mi espalda con delicadeza.

- Ve sacando el vino, me doy una ducha rápida, y te prometo que después de la cena, te doy el postre en el jacuzzi.

Sonreí y la besé de nuevo.

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