20.- Castillos de Naipes

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ALBA

La había dejado en la habitación, con un gesto de pánico que me divertía muchísimo.

No se de donde me salió hacer lo que acababa de hacer, supongo que era por sabernos solas en la academia, porque cuando había gente , solía paniquear pensando que sospechaban que Natalia me atraía.

Apoyada en el lavabo con las dos manos, me miré al espejo sonriendo con vergüenza, ¿ Que acababa de hacer?
Desde luego, si Natalia tenía alguna duda, ya le había dejado claro que la veía como algo más que una amiga.

¿ Y ahora que hago? Tenía que volver donde la había dejado y no sabía como comportarme.

Eso te pasa por ir de lista, Alba, pensé riéndome de nuevo.
Nada, naturalidad, como si no hubiera pasado nada.

Llegué a la habitación y Natalia se había tumbado en su cama. Tenía los auriculares puestos y leía el temario del exámen. No levantó la vista, así que imité su gesto, me tumbé en mi cama con la espalda recostada sobre el cabecero y empecé a estudiar.

Era complicado concentrarme teniéndola al lado, además, temía que se hubiera enfadado.

Cuando llevábamos cerca de una hora estudiando sin hablar, le pregunté por tantearla:
- ¿ Vamos a ir a correr esta tarde?

Levantó la vista del libro y respondió cortante:

- Por supuesto, Reche, no te vayas a pensar que tus estrategias te van a servir para escaquearte.

Sonreí. Parecía estar molesta, pero luego su comentario era vacilón, me seguía el juego. Vamos bien, pensé.

Fuimos al comedor, durante la comida la conversación fue normal, ella también había decidido hacer como si no hubiera pasado nada, algo, que me molestaba bastante aunque yo había creído que sería lo mejor.

A media tarde fuimos a correr y después nos fuimos a las duchas individuales. Había solo dos en la unidad, pero los fines de semana nos dejaban usarlas.

A las pocas horas, vinieron las chicas. Nos saludamos con efusividad, contándoles que no había ocurrido nada especial en su ausencia. Al decirlo, miré a Natalia de reojo y me pareció ver que se ruborizaba.

Esta noche sería la prueba de fuego, si venía a mi cama, estaba receptiva. Si no, la habia cagado. Bueno, ya vería a ver por donde salía la cosa.

Llegó silencio, las luces apagadas. Pasaron 10 minutos y nada. El nerviosismo comenzaba a invadirme. 20 minutos y nada.
Me giré al lado opuesto, desolada.
Cuando estaba con un bajón importante y a punto de vencerme el sueño, noté abrirse mis sábanas y su cuerpo pegarse al mio haciendo la cucharita. Me rodeó con su brazo la cintura y solo dijo en un susurro:

-Hola Loca.
- Has tardado mucho, creía que no vendrías.
- Aquí estoy ¿no?

Sonreí y cogí la mano que rodeaba mi cintura y entrelacé mis dedos con los suyos.

- Aquí estás.

****

Habían pasado los días volando, como los 8 meses que llevábamos en la academia.

Solo quedaba un mes para irnos, prácticamente habíamos acabado todos los exámenes y nos faltaban las pruebas físicas.

Hoy era el kilómetro. Se me había cerrado el estómago, y el calor sofocante de mayo en Jaén no ayudaba mucho. Estaba histérica. El resto de pruebas las había pasado fácilmente, al igual que mis amigas, pero faltaba esa prueba que era mi talón de Aquiles Psicológicamente, me trastocaba y no sabía si iba a tener la mentalidad necesaria para pasarlo.

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