28. Visita

8.3K 282 257
                                        

Cuando me desperté, Natalia no estaba en mi cama. Me decepcioné un poco, pero pensándolo bien, ninguna de las veces que había dormido conmigo, me había despertado con ella en mis brazos. No entendía porqué nunca se quedaba, hasta que recordé que hacía tiempo me contó que no solía dormir pegada a su novio porque para dormir necesitaba su espacio personal. De hecho, recuerdo que me dijo que en la cama hacías sus cosas con él, pero luego cada uno para un lado porque se agobiaba.

Y conmigo, era igual. Sentí por dentro una punzada de tristeza, pero ella era así, y no iba a cambiar, ni por mi, ni por nadie.

Me levanté y empecé a buscarla. Estaba en la cocina,de espaldas a la puerta, con su pijama corto que me dejaba ver sus largas piernas. Llegué por detrás y la abracé por la cintura apoyando mi cara en su espalda. Giró la suya y me besó en la cabeza.

- Buenos días Nat. Dije mientras inspiraba su aroma a frutas.

- Buenos días peque. ¿ Has dormido bien?

- Si, pero me he despertado y no estabas en mi cama.

- Ya, es que me he despertado y no podía seguir en la cama... Es que tu eres un lirón, rubia.

Se giró y me dio un beso corto en los labios.

- Me gustaría despertarme contigo en mis brazos algún día, Naat, le dije haciendo un puchero.

- Ya, pero es que yo no soy mucho de estar pegada para dormir, me agobio un poco. No puedo dormir así. No te lo tomes a mal, me encanta estar abrazada a ti, pero para dormir, necesito espacio.

- Natalia, ¿ A que hora te fuiste anoche? , La miré arqueando una ceja.

- ¡ Ay! ¿ que más da?

- Dímelo, anda...

- A las 2, cuando vi que te habías dormido profundamente.

- ¿Y estuviste hasta las 2 despierta? contesté sorprendida.

- Si, no pasa nada, Alba. Disfruto abrazándote.

- Ay Dios, Natalia, lo siento, siento todas las veces que te he robado horas de sueño, -le dije avergonzada.

Me miró fijamente, se agachó para ponerse a mi altura, se acercó a mis labios, y sin besarlos, susurró:

- No lo sientas. No sabes las ganas que tengo de que me robes muchísimas horas más de sueño.

Una descarga atravesó todo mi cuerpo , excitándome al instante.

No le retiré la mirada, me acerqué a ella, la cogí de la cintura para pegarla a mi y la besé.

Nos estuvimos besando durante un buen rato golpeándonos con todos los electrodomésticos, la excitación iba en aumento, y yo ya no podía más. Metí a mano por dentro de su camiseta y directamente la puse sobre su pecho, acaricié su pezón con mis dedos, que se estaba duro y terso, ella gimió sobre mis labios, y eso solo aumentó mi deseo. Empecé a besar su cuello y lamiéndolo despacio.
Bajé mi mano desde su pecho, deslizándolo por su abdomen, y mientras mordía su cuello, aparté su pantalón, y su ropa interior y rocé su clítoris. Soltó un fuerte gemido y me sujetó la mano con decisión.

- No, Alba, no por favor, para. Suplicó con la voz ronca y entrecortada.

- ¿Pero porqué? ¿ No te gusta? ¿ Te he hecho daño? Le pregunté preocupada, y con el corazón y la respiración acelerados.

-Dios, Alba, me encanta, me nublas el juicio y anulas mi control, no creo que esté preparada para dar el siguiente paso, no creo que lo pueda afrontar psicológicamente, y tu tampoco. Ya lo hemos hablado. No sabes cuanto te deseo, ni te lo imaginas, pero no puede ser en estas circunstancias.

Guns&SecretsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora