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ALBA

En cuanto Natalia se metió en el baño, cogí mi teléfono y envié un mail al hotel de Miami y otro al de Cayo Bahía.

En ambos hice hincapié en que en la habitación que estaba a mi nombre, hubiera una gran cama de matrimonio, y que pagaría los extras si era necesario. No quería tentar a la suerte ya que no estaba dispuesta a dormir separada de Natalia en la semana de viaje que nos quedaba por disfrutar.

Con solo un beso y una caricia había conseguido activarme, y de nuevo había perdido totalmente la batalla y las ganas de enfrentarme a ella. Deseaba hacerla feliz, y que sintiese que en esta relación éramos las dos iguales, que no la necesitaba detrás de mi, sino a mi lado.

Salió de la ducha con una pequeña toalla cubriendo a duras penas su cuerpo y el pelo mojado goteando por sus hombros.

Yo, que estaba cerrando la maleta me quedé mirándola sin ser capaz de moverme. *Dios que cuatro meses más largos, y que día más largo nos queda...* pensé.

Natalia, por supuesto lo notó y sonrió descaradamente.

- Albi, espabila y métete en la ducha, que como venga María y te vea ahí parada con la boca abierta, es capaz de ducharte ella...

Sonreí un poco avergonzada. *¿Será posible que ahora me de vergüenza como si estuvieramos empezando?, definitivamente, eres gilipollas, Alba*

Me metí en el cuarto de baño con la imagen de las largas piernas desnudas de Natalia y el agua aún deslizándose por su piel...

*Madre mía, Lacunza, cuando te pille te voy a destrozar*- reí para mis adentros.
Ahora no sabía muy bien como comportarme con ella, en unas circunstancias normales me hubiera pasado por el forro las palabras de María y hubiera asaltado a la morena hasta que oyeran mi nombre saliendo de su boca en todo el hotel. Pero ahora quería que ella mandase, que llevase el ritmo y sintiera que era ella quien de verdad lo hacía.

Salí de la ducha vestida y ella me esperaba sentada en la cama con una sonrisa radiante.

*Dios, Natalia, me vuelves loca.
¿Como puede haber cambiado tanto de actitud en unas horas?*

Extendendió sus brazos hacia mi invitándome a acercarme a ella, y yo obedecí sin dudarlo. Me rodeó por la cintura y me sentó de lado sobre sus piernas sin dejar de sonreirme.

Aparté su flequillo de sus ojos y le acaricié la nariz besándola a continuación.

Acercó su cara a mi cuello y respiró en él con fuerza.

-Mmmm... Peque, he echado tanto de menos tu olor...

La miraba a los ojos con mi brazo sobre su hombro, recorriendo sus facciones, sus gestos, sus ojos y su sonrisa.

- Yo también Nat... tu olor y todo de ti, ya te lo he dicho.

Le di un tierno beso en los labios que correspondió sin pretensiones, ambas sabíamos que no podíamos empezar algo que no podríamos acabar.

- Nat...

- ¿Si?

La miré sonriendo

- ¿Te he dicho alguna vez que te quiero?

- No...-Sonrió ella ahora-

- Te quiero.

- No tanto como yo te quiero a ti, Alba.

La miré fijamente a los ojos y nos volvimos a fundir en un beso tierno y lento, pero más intenso que el anterior.

Llamaron a la puerta y suspiramos con nuestras frentes unidas.

Guns&SecretsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora