71.- Sentir.

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NATALIA

De nuevo respondiéndome delante de sus compañeros y sacándome de mis casillas, estaba claro que iba a tensar la cuerda al máximo, llevaba solo un día de curso y ya me estaba intentando llevar al límite. Lo que no sabía ella, era que yo tenía infinita paciencia, muchas ganas de divertirme, y la sartén por el mango.

Me había conseguido sorprender muchísimo con su resistencia, ya que lo de correr nunca había sido su fuerte, pero su orgullo y capacidad de sacrificio se mantenían intactos, tal y como los recordaba, por lo que la rubia finalmente, había salido airosa del primer día.

El gestito en plena carrera dándole la vuelta a mi comentario sobre la rapidez de su lengua, había conseguido descentrarme un poco, la muy cabrona aún tenía ese toque de picardía que me trastocaba de norte a sur.

Reche quería guerra, y vaya si la iba a tener...

Los mandé a todos a las duchas y yo me dirigí al vestuario del personal a ducharme y ponerme de nuevo el uniforme para terminar las clases del día. Había quedado con Marilia para comer, y aunque la conversación no iba a ser agradable, sentía que debía hacerlo por ella.

Esa mañana , no volví a cruzarme con mi peor pesadilla, así que agradecí un poco de tregua para que el corazón volviese a bombear sangre a una velocidad normal.

Me encontré con Marilia a la salida de la Academia.

-Hola preciosa, - saludé besando su mejilla.

- Hola mi amor. ¿Qué tal la mañana y tú primer día del nuevo curso?

-Bien, ajetreadito, podría decir... - sonreí al recordar la mañana deportiva.

Cogí su mano y salimos caminando en dirección al restaurante.

- ¿Qué tal la tuya?

- Bien, bastante liada, pero bien en general.

Se acercó y me besó en los labios con ternura.

Cuando estábamos sentadas frente a frente, mirándonos sin decir nada, la veía y sentía en ella ese salvavidas al que me había agarrado en medio del naufragio, y no encontraba fuerzas para deshacerme de él sin más, de verdad deseaba seguir con ella, pero tenía que serle sincera, decirle la verdad sobre lo que había pasado y como me sentía.

- Marilia...

- Dime mi niña - respondió sin mirarme mientras revisaba la carta.

- Tengo que contarte algo...

Mi tono debió sonar peor de lo que pretendía, porque inmediatamente soltó la carta y me dedicó toda su atención.

- Cuéntame.

Tomé aire con fuerza antes de empezar a hablar.

-¿Recuerdas las dos chicas que se estaban comiendo a besos en la cervecería ayer?

- Sí, la rubia bajita y la morena del tipazo.

- Sí, esas dos.

- La rubia es Alba.

-¿Qué?

Su expresión de confusión ante mi afirmación, casi me hace reír, pero no era el momento.

-La rubia, es Alba, la Alba de mi historia.

- ¿La Alba que es el amor de tu vida?

-Supongo que sí. - suspiré.

Era duro oírlo así de su boca, la miraba con atención, esperando su reacción.

- Entiendo... ¿Cómo te sientes?

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