9.- Desfilando

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ALBA

Había llegado el gran día, hoy era el desfile, el día en que las que no habíamos estado en el ejército jurábamos bandera , y el día, en que volvíamos a ver a nuestras familias después de 3 meses encerradas.

La actividad en la unidad de mujeres era frenética, todas corríamos de arriba para abajo, buscando los complementos del uniforme, limpiando zapatos preparando guantes y peinándonos unas a otras. La mayoría, nos maquillamos levemente, un maquillaje sutil que resaltase los ojos o los labios.

Cuando ya estábamos a punto de salir al desfile, las militares, Julia, María y Lacunza, nos reunieron en el centro de la habitación y nos dieron un discursito.

Chicas,- empezó María-, hoy va a ser un día muy especial para vosotras.
La jura de bandera es un acto muy especial que no se olvida jamás,- prosiguió Julia.

- Y queremos deciros que estamos muy orgullosas de vosotras y felices de estar a vuestro lado justo en ese momento. Finalizó Natalia.

Os queremos dar un detalle como recuerdo de este día.

Lacunza me lo dio a mi y al soltarlo en mis manos, dejó una suave caricia sobre ellas, y María se la dio a Marta ante la atenta mirada de Julia.

A las 3 se las veía sonreir muy ilusionadas y yo estaba muerta de vergüenza porque nunca sabía como comportarme cuando me daban regalos.

Abrí el paquete con mucho cuidado mientras me temblaban las manos, Lacunza lo notó y se sonrió , lo que me hizo ponerme más nerviosa.
Lo terminé de abrir y ahí estaba, una preciosa placa de madera con una inscripción en la que ponía : "A nuestra hermana Alba, con infinito cariño y orgullo en el día de su jura de bandera".

Y debajo se leía: "Julia, María y Nat."

Leerlo fue tan bonito y tan especial que no pude reprimir las lágrimas que ya llevaban un rato presionando mis ojos y mi garganta.

-Muchas gracias , chicas, yo, yo... no se que decir...

Marta estaba igual que yo y nuestras amigas empezaron a abrazarnos.

Cuando me habían abrazado María y Julia, Lacunza se acercó a mi y agachándose lentamente para ponerse a mi altura,  me abrazó poniendo su cara en mi cuello y me dijo: No llores peque, te mereces esto y mucho más.

Me miró y me secó las lágrimas que corrían por mis mejillas con los pulgares de sus manos, me besó en la frente, y dijo: - ¡¡¡Vamos a comernos el mundo!!

El desfile fue un éxito, los nervios fueron sustituidos por la euforia de haber acabado la primera etapa y por la alegría de ver por fin a nuestras familias.

Cuando terminamos y rompimos filas, cada una fue a buscar a su familia. Después de 5 minutos buscando, encontré a mis padres y a mi hermana.

- ¡ Marinaaaa! grité, mientras corrí hacia ella para abrazarla.

Mis padres sonreían felices mientras se acercaban a nosotras.

- Alba que guapa estás!!!- Dijo Marina, el uniforme te sienta como un guante!!!

Jajaja , tu que me quieres y me ves con buenos ojos -le respondí besándola de nuevo.

Mi madre llegó a nuestra altura y la abracé con fuerza sin querer soltarla.

- Mamá te he echado tanto de menos... Te quiero , te quiero mucho.

-Y yo a ti mi niña, estas muy guapa aunque más delgada, es que no comes?

- Jajaja claro mamá, es que aquí hago mucho deporte, me reí.

Mi padre me cogió por la cintura y me levantó del suelo.

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