Yellow

Capítulo 13 - Infatuation

El resto del día transcurrió sin demasiados sobresaltos, pero ambas muy colmadas de trabajo. Valentina no encontraba respiro entre los pacientes y el quirófano y Juliana tuvo una mañana muy cargada en el instituto y el restaurante tenía todas sus mesas reservadas hasta que finalizara el servicio.

Aún así lograron robarle al día unos cuantos minutos para mensajearse. Era increíble e inexplicable para ambas la energía que sentían atravesar por sus cuerpos cada vez que leían los mensajes en sus teléfonos. El aleteo que sentían en sus pechos y cómo se cerraban sus estómagos con sólo recordar todo lo que habían compartido el día anterior e imaginar qué harían al siguiente.

Juliana tenía ese viernes libre de milagro, pues había reemplazado a una compañera del trabajo en su día libre y ahora sólo estaba recibiendo la devolución de esas horas. Si bien no tenía necesidad de madrugar, pues los viernes no tenía clases, no pudo evitar despertarse con los primeros rayos de luz que entraban por la gran ventana de su cuarto. Sin embargo esta vez decidió no salirse de inmediato, disfrutando de la calidez de los rayos de sol que se filtraban y se posaban sobre su rostro. Cerró los ojos aceptando la caricia que le regalaba la naturaleza pero de inmediato su mente volvió a Valentina, y lo cálido que eran sus ojos, su sonrisa, toda su persona básicamente. Se preguntó si besarla se sentiría así de reconfortante.

Ya quítate esas ideas delirantes de la cabeza… esa morrita no es para tí… no de esa forma, con suerte y podrás conservar su amistad... Juliana no dudaba de las cosas que sentía, si bien la asustaba un poco todo lo que Valentina había movilizado en ella en tan corto tiempo, sabía la atracción que sentía y también entendía que de no tomar distancia seguramente terminaría enamorándose de la chica. Pero el costado enteramente racional de Juliana también comprendía a la perfección que jamás tendría la chance de estar con alguien del calibre de Valentina -jugaban en ligas muy diferentes- y aunque la muchacha de los hermosos ojos insistiera, ella tampoco tenía nada para ofrecerle. Ni nunca lo tendría. Sencillamente no encajaban, no en esta vida por lo menos.

Sus pensamientos ciertamente le generaban tristeza, pero viniendo de donde venía y con el peso de su historia, Juliana había aprendido a sobrevivir con lo que tenía. O con lo que la vida le ofrecía, por lo que estaba muy agradecida de haberse topado con Valentina Carvajal  y formar parte de su vida aunque más no fuera como una amiga.

Y qué le preparo de cenar a la morrita? Le prometí algo más elaborado esta vez… le gustará la comida italiana? Con eso en mente Juliana se levantó de su cama y decidió comenzar su día, que aún a pesar de todo, prometía ser grandioso pues no sólo se vería con Valentina por la noche también recibiría su nuevo piano.

Juliana pasó la siguiente hora desayunando en completo silencio, simplemente disfrutando de la paz y tranquilidad de su apartamento. Cuando decidió que era un horario decente tomó su móvil y no pudo evitar sonreír cuando vió un mensaje de Valentina.

Val - 6.08 am:
Espero que estés descansando bien, yo sigo volviéndome loca con tanto trabajo. Sólo quería avisarte que cuando salga de aquí iré directo a casa a dormir unas horas, así que si no respondo de inmediato pues de seguro lo haré cuando me despierte 😊😊

La realidad era que cuando Valentina envió ese mensaje estaba en el cuarto de residentes intentando dormir un par de horas, pero no eran los pacientes los que no se lo permitían. Era una hermosa cocinera con los ojos más cálidos y profundos que había visto en su vida la que se colaba constantemente en su cabeza a interrumpirla. Por lo que decidió escribirle, sabiendo que probablemente Juliana vería su mensaje cuando despertara y de alguna extraña manera el saber que lo primero que vería eran sus palabras le producía una inmediata satisfacción.

Valentina estaba en el medio de su pase de rondas cuando sintió vibrar su móvil en su bolsillo e instintivamente se sonrojó, intuyendo de quien sería. No podía esperar a que el tiempo transcurriese lo suficientemente rápido para volver a zambullirse en esos ojos color café.