Capítulo 38 - Dos días sin ti

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Juliana las guió hasta su habitación con Valentina pegada a su espalda y tomándola de la cintura. La cocinera aún no podía entender cómo era que su suerte podía cambiar tanto, pues hacía no mucho tiempo atrás el silencio era su única compañía y ahora su vida estaba llena de luminosidad y risas.

Valentina no estaba experimentando algo muy diferente a su cocinera pues nunca pensó que enamorarse de alguien pudiese sentirse así, tan llena de vida, de luz, de ternura, de pasión, de confianza. La rubia no tenía muchas certezas en ese momento de su vida, pero la única que sí tenía estaba justo entre sus brazos y en ese instante todo estaba bien en el mundo.

Luego de los pocos minutos que tardaron en cambiarse y prepararse para dormir se encontraron nuevamente en el centro de la cama de la cocinera, Valentina con el mismo pijama que había usado unos días atrás y la sonrisa más luminosa del universo. Los brazos de Juliana nunca se habían sentido tan bien como hasta ese instante, ese preciso momento que grabaría para siempre en su memoria; dormir con su novia. Habían ya pasado un par de noches la una en los brazos de la otra, pero esa noche era diferente a todas pues nunca más se repetiría, esa era su primera noche oficialmente juntas. La primera de muchas. Y si realmente tenía mucha suerte sería la primera del resto de sus noches.

“Que descanses mi cielo” Dijo Valentina risueña dejando un beso sobre los labios más apetecibles del universo y, como ya aparentemente era su costumbre, envolviéndose con el brazo de Juliana y tomando su mano entre las de ellas.

“Buenas noches mi vida” Sonrió Juliana luego de procesar lo que acababa de suceder, feliz de poder acomodar su rostro tan cerca de donde emanaba la fragancia más intoxicante y adictiva de todas.

Los primeros rayos del sol se posaron sobre el hermoso rostro de Valentina quien no tardó en reaccionar pues de inmediato percibió la ausencia de su verdadera fuente de calor. Salió de la cama de un salto y fue en búsqueda de su cocinera, definitivamente no conforme con lo que estaba sucediendo.

“Hey Juls…” Dijo aún medio dormida mientras entraba a la cocina.

“Buen día morrita” Juliana la saludó con una sonrisa que podría derretir la mitad de Siberia. Tomó a su novia entre sus brazos y le depositó un beso bastante malintencionado pues por las mañanas Valentina era la cosa más irresistible que había visto en su vida.

“Mmmm… buen día amor” Suspiró la rubia luego de tomarse varios segundos para recuperarse.

“Estás bien?” Preguntó Juliana sonriendo pues sabía el efecto que acababa de tener en su novia.

“Si… No…” Dijo Valentina y la morena soltó una carcajada.

“Si o no?” Volvió a preguntar pero esta vez retomó su posición original detrás de las hornallas.

“Si… pero no…” Aseguró la rubia mientras tomaba a su novia por la cintura y apoyaba su mentón en su hombro derecho. Otro nuevo hábito adquirido que disfrutaba de sobremanera.

“A ver… explícame morrita” Le solicitó desbordando felicidad de sentir a la mujer de sus sueños pegarse a ella de esa forma. Nunca jamás las mañanas le habían parecido tan hermosas.

“Es que Juls… no estabas ahí cuando me desperté… no me puedes dejar sola amor...” Se quejó la rubia hundiendo su rostro en el cuello de su cocinera, aún con un minúsculo grado de somnolencia, y Juliana soltó otra pequeña carcajada pues ciertamente el reclamo era adorable.

“Ya… es que tenía que prepararnos el desayuno morrita” Contestó sonriente y derritiéndose tantito, cómo no hacerlo bajo esas circunstancias.

“Huele riquísimo… pero mejor hueles tú…” Dijo Valentina feliz de poder verbalizar lo que estaba en su cabeza y no tener que poner tantos filtros a sus pensamientos.

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