Capítulo 57 - Terrible love

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“It takes an ocean not to break”
-Terrible love, Birdy

(Nuevamente les recomiendo leer el capítulo mientras escuchan esta hermosa canción de Birdy)

Valentina se sentía atrapada en un mal sueño, de esos en los que constantemente piensas que despiertas solo para verte nuevamente víctima de otra pesadilla. Toda su racionalidad había quedado encerrada en esa pequeña ambulancia y todo su mundo se hallaba ahora en un shock room.

Conocía perfectamente el sentimiento que la envolvía, lo había experimentado ya con la muerte de su madre. Esa desazón que surgía del centro mismo de su anatomía, que no le permitía pensar, funcionar o algo tan sencillo como respirar. Se sentía anestesiada, lejana a todo lo que la rodeaba. Como ajena a la realidad, a su realidad.

No tenía ni la más remota idea de cómo haría para atravesar lo que quedaba de la noche y aún continuaba intentando con todas sus fuerzas recordar lo que su mejor le había dicho, pues su cerebro pareció no registrar absolutamente nada más después de las palabras sangrado cerebral. Como esas dos palabras aisladas no tienen demasiada trascendencia, pero puestas una junto a la otra tenían la capacidad de acabar con su felicidad tal y como la conocía.

Tantas veces había leído o escrito esas palabras, tantas veces había sido ella misma la portadora de tales noticias. Y tantas veces había explicado a los familiares de sus pacientes el significado de ese corto pero contundente diagnóstico. Pero su costado racional una vez más la abandonaba, negándose a ir más allá y ahondar en sus conocimientos de lo que probablemente sucedería a continuación. Como el más cruel de los mecanismos de defensa.

Valentina estaba cansada, vencida por las circunstancias de lo que le estaba tocando atravesar. Ciertamente Juliana era la que se estaba llevando la peor parte en toda esta nueva situación y si bien sabía que moría de ganas de salir corriendo y entrar a ese shock room, entendía que entrar allí solo la rompería en cientos de miles de fragmentos. 

Necesitaba un respiro, tomarse un momento. Intentar recuperar el aliento, ese que tan esquivo le resultaba recobrar desde hacía ya… pues ya ni sabía desde cuándo. Había perdido toda noción del tiempo y del espacio cuando la mujer más maravillosa del mundo cerró esos ojitos que tan bien le hacían y no los volvió a abrir.

¿Qué haría si Juliana seguía la triste estadística y no salía de esto? ¿En qué lugar del mundo podrían ella y su enorme dolor esconderse? ¿Existía un lugar así en el planeta? ¿Cómo comenzar siquiera a meditar tal situación? Una vez más el aire atrapado en sus pulmones se negaba a salir de allí y el peso del universo se depositaba en su pecho.

“Valen… hermanita…” Sintió la voz en off de su hermano intentando traerla de los confines de su dolor y de repente recordó que estaba entre sus brazos. 

¿Cómo había llegado Guillermo ahí? Las palabras de su mejor amigo resonaban en su cabeza haciéndose eco de su pregunta. Literalmente en cualquier otra circunstancia estaría bastante nerviosa por tener que explicarle quién era Juliana Valdés a su hermano, pues ciertamente no era así como había planeado contarle que finalmente se había enamorado y de una mujer. Pero no de cualquier mujer, de la mujer más maravillosa del mundo. 

Pero ya nada tenía el mismo grado de trascendencia, nada que no fuera tener a la morena entre sus brazos nuevamente. Perderse en esa profunda mirada, envolverse en ese calor o dejarse inundar por ese aroma a jazmines y lavanda y simplemente soltar un suspiro.

“Qu-e… Guille…” Valentina aún no parecía capaz de articular un discurso coherente y coordinado.

“Valen… mira…” En ese momento el muchacho hizo una muy necesaria pausa para separarse de su hermana y mirarla profundamente a los ojos. Y tal como lo suponía el vacío era lo único que habitaba en esos enormes ojos color de cielo.

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