Yellow

Capítulo 16 - Fix you

Valentina no podía creer que aquella muchacha de los hermosos ojos color café pudiera tocar el piano de esa forma. Bueno, en realidad sí lo creía. Lo que no podía entender aún era cómo había tenido la suerte de cruzarse con esa magnífica criatura y que estuviera dispuesta a pasar tiempo con ella.

Juliana simplemente estaba como ida, nunca antes había estado tan conectada con la música como en ése momento y sabía perfectamente a qué se debía. Esa muchacha de los profundos ojos de cielo era el catalizador para sus emociones, y ciertamente las estaba dejando fluir.

Ninguna de las dos se animaba aún a intentar descifrar a la otra, pero ambas comenzaban a entender el impacto que estaban teniendo entre sí.

“Dónde aprendiste a tocar así Juls?” Volvió a preguntar suavemente Valentina luego de unos minutos, en los que comprendió que la morena necesitaba un poco de espacio.

Juliana levantó su mirada y se dejó inundar por la ternura de esos  ojos celestes como el cielo que tanta paz le transmitían. Era muy difícil no dejarse llevar e intentar volar cuando esos ojos la miraban así. Las mariposas que estaba sintiendo ya no habitaban su estómago, se habían soltado y estaban revoloteando por todo su ser.

Juliana meditó nuevamente su respuesta y justo cuando estaba por volver a levantar sus paredes Valentina le ganó de mano.

“Y no me digas que fue tu maestra de música Juls…” Valentina se sentó en la punta del sofá apoyando su taza justo al lado de donde estaba la de la cocinera sin quitarle los ojos de encima. “Pues si no quieres hablar de eso está bien, yo esperaré a que estés lista porque Juls…”

Pero antes de continuar Valentina extendió una de sus manos en dirección a Juliana, necesitando el contacto para intentar por todos los medios lograr que entendiera. La cocinera dio un pequeño giro y apoyando sus codos sobre sus rodillas, sutilmente se inclinó. Estaban prácticamente frente a frente, creando un espacio tan íntimo como sólo ellas podían. Tomó la mano que se le ofrecía entre las suyas y Valentina no pudo evitar sonrojarse tantito pues ya había extrañado bastante el contacto.

Valentina tenía su mirada posada su mano, que ahora era sostenida prisionera de las que probablemente eran las manos más cálidas y suaves del mundo. No te acobardes Valentina… di lo que sientes… Pensó y automáticamente levantó sus ojos para hundirlos en esos profundos mares color café que la observaban atentamente.

“Tú puedes confiar en mí… ya sé que recién nos estamos conociendo y que no tienes ningún motivo aun para hacerlo pero… yo no me voy a ir a ningún lado y cuando tu lo decidas pues, aquí estaré para escucharte…” Dijo con la voz más dulce que pudo lograr.

Juliana lo supo. Tuvo uno de esos instantes en los que literalmente el tiempo se enlentece y la respiración se hace dificultosa. Los venía teniendo desde que se cruzaron en el parque, pero ninguno como este. Este era uno de esos instantes que te marcan para el resto de tu vida. Quizás no lo sabes o no lo entiendes en ese momento, pero el tiempo como buen traidor que es se encarga de que eventualmente te enteres.

También supo que era inútil seguir nadando contra la corriente, pues no importaba cuánto ella lo intentara, Valentina ya había descifrado su laberinto y sabía perfectamente cómo llegar hasta ella.

Valentina estaba presa de Juliana. Presa de su mirada, del calor de sus manos, de la cantidad de sentimientos que le transmitían y le producían esos ojos. Presa en todo sentido. Y no iba a hacer el más mínimo esfuerzo por escapar.

Juliana sonrió y Valentina juró que podría derretir el polo sur con tanta calidez.

“Val… por supuesto que confío en ti, no me preguntes porqué pero inmediatamente supe que podía confiar en ti… y tienes razón yo… mi maestra de música me introdujo al piano, sí, pero… también fue ella la que me anotó en el Conservatorio de Música de San Antonio” Admitió tímidamente. Valentina sólo asintió esbozando una sonrisa decidida a no interrumpir, pues entendió que aún había más.