Capítulo 31 - Nothing compares to you

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Juliana despertó primero pues su reloj biológico a veces era bastante traicionero; siempre había tenido la costumbre de madrugar y eso sumado a que en general dormía poco era una combinación letal.

Y una vez más nada pudo hacer para evitar derretirse cuando encontró a Valentina profundamente dormida escondiendo su cara en el triángulo perfecto entre su hombro, cuello y pecho. La cocinera sentía cómo el brazo de Valentina la rodeaba con firmeza en la parte baja de su abdomen. Suspiró de alegría, sabiendo que probablemente era la persona más afortunada del universo. Juliana sabía que son muchas las personas que pasan la mayor parte de su vida buscando sin éxito quien los haga suspirar de amor, alguien con quien conectarse, por lo que despertar junto a ese alguien era todo un privilegio.

Simplemente se dedicó a disfrutar del momento, e intentar grabar hasta el más mínimo detalle de la belleza que era Valentina Carvajal plácidamente dormida en sus brazos. Todo acerca de esa morrita era perfecto; por demás de inteligente, deliciosamente ocurrente, súper dedicada, hermosa como pocas mujeres en el mundo, poseía un gran sentido del humor y era dueña de los ojos más bonitos y expresivos del universo. Y ni que hablar de su sonrisa. Qué más se le podía pedir a otra persona?

Juliana no podía creer aún que alguien del calibre de Valentina siquiera reparara en ella y sabía, con todo el pesar del mundo, que en algún momento eso tendría un impacto en su relación. No se trataba de que la morena se sintiera inferior o se torturara innecesariamente, era simplemente un hecho real y concreto que mientras Valentina provenía del barrio más exclusivo de todo el DF, Juliana había dormido en más de una ocasión en el banco de una plaza en su camino al DF. Y vencer esas probabilidades no era tarea sencilla. La vida real no era Notting Hill en donde Hugh Grant conoce a una super estrella y simplemente se enamoran y pasan el resto de su vida juntos.

Y aún si no existieran todas esas razones en contra que se apilaban en su cabeza siempre estaban ellas mismas, pues la propia estupidez y cobardía inherentes al ser humano, tienen la capacidad de arruinar las cosas más bonitas que puedan sucederte en la vida.

Por todos esos motivos Juliana estaba intentando grabar al detalle ese precioso momento, pues si mañana tuviera que seguir sin Valentina por lo menos tendría esos instantes a los cuales volver, en los que la tuvo en sus brazos y todo cuadraba y encajaba a perfección en su universo. Juliana no tenía mucha noción de cuánto tiempo permanecieron así y tampoco le importaba demasiado, juró que podría morir en ese momento e ir al cielo -o al infierno- y darse por hecha.

La suavidad de la piel de Valentina, su inconfundible fragancia, el patrón de su respiración y el calor de su cuerpo contra el suyo eran sólo algunas de las cosas que tenían cautiva a la cocinera. Nunca en su vida Juliana había deseado que algo no se termine, en general siempre había sido exactamente al revés.

De pronto la alarma del móvil de Valentina anunció que eventualmente tendrían que volver a la realidad. Ay morrita, morrita… cómo hago para volver a mi cama ahora? Me estás arruinando para todo lo demás…

“Buen día” Mi cielo… Sonrió la cocinera escondiendo esas últimas dos palabras, mientras sentía como Valentina reaccionaba a la alarma y se acurrucaba aún más contra ella. La respiración de Juliana se volvió errática y su corazón se aceleró cuando sintió en cada rincón de su cuerpo la cercanía de la rubia, como ella intensificaba el agarre sobre su abdomen y las largas piernas de Valentina se entrelazaron con las de ella.

Dios Val… debes parar o juro que me vas a matar…

“Buen día” Mi corazón… Balbuceó Valentina apenas conteniendo esas últimas palabras en su cabeza.

“Deberíamos apagar la alarma” Dijo Juliana risueña luego de percatarse pasados unos segundos de que la muchacha en sus brazos simplemente decidió no moverse de allí.

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