Capítulo 4 - ¿Nos conocemos?

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Valentina y Lucho discutieron poco en el corto viaje en auto hasta el restaurante, pero lo suficiente como para que ella entre apurada caminando varios pasos delante de él y decida sentarse en el lado opuesto de la mesa, junto a su amado padre. Lo cual, no sólo enfureció a Lucho, sino que también le valió la mirada inquisitiva de sus hermanos. Eva la miró como diciéndole “¿otra vez?” Y los ojos de Guille solo expresaban “ay Dios… no otra vez”.

La muchacha de los hermosos ojos azules solo pudo sonreír, perfectamente consciente de que estaba repitiendo los mismos errores del pasado. Okay Valen, ya… aprende de una buena vez! Se dijo a sí misma y en ese instante levantó la mirada para encontrar los ojos del muchacho que en ese instante era aún su novio. Lucho no necesitó ser muy perspicaz ni receptivo para darse cuenta de que tenía los días contados, incluso él ya se estaba cansando de repetir los mismos patrones. Quizás sí había madurado lo suficiente como para darse cuenta de que por más amor que sintiera por esa mujer, las cosas entre ellos nunca habían sido ni serían fáciles. Simplemente no encajaban, no hacían click. Quizás en otra vida pensó el muchacho totalmente desanimado.

“Pensé que no iban a llegar a tiempo” León le susurró a su niña de los ojos de cielo.

“Es tú cumpleaños número 60! No me lo perdería por nada en el mundo papá” Contestó Valentina, tratando de disimular su pequeña epifanía.

“Como sea, no puedo estar más feliz de tenerte otra vez aquí conmigo, viviendo en la misma ciudad, bajo el mismo techo” Replicó el hombre, claramente desbordando felicidad.

“Yo también estoy feliz papá, pero recuerda” Comenzó a responderle y rápidamente su padre la interrumpió.

“Si Valen, ya… te mudarás en un par de semanas, ya sé, ya entendí...eres una mujer ahora y necesitas tu propio espacio. Pero déjame disfrutar estos días que nos quedan como si aún fueras mi niña pequeña” Los ojos grises de su padre se volvieron vidriosos, claramente emocionado.

“Okay papá” Le contestó la castaña, emocionandose también y haciendo un gran esfuerzo por disimularlo.

La cena comenzó a servirse al poco tiempo de la llegada de la menor de los Carvajal, todos estaban disfrutando de la increíble comida y celebrando como más le gustaba a León; simplemente sintiendo a todos cerca suyo en un ambiente descontracturado y casi informal.

La comida era de lo mejor que habían probado en mucho tiempo y la familia Carvajal estaba acostumbrada a la alta cocina.

“Dios mío papá… esta carne es de lo mejor que he comido en muchísimo tiempo” Guille exclamó con una sonrisa de oreja a oreja.

“Pues mejor no lo repitas delante de Silvina o tendremos que empezar a vivir del delivery” Le contestó su padre y no pudo evitar soltar una carcajada cuando vio la cara de susto que puso Guille.

“Tienes razón” Agregó Valentina abriendo sus hermosos ojos más de lo habitual, como temiendo realmente ese escenario.

“Y los vinos son realmente exquisitos, en perfecto maridaje” Agregó Eva sonriente mientras llevaba su copa a los labios.

“Este lugar es excepcional, realmente unos de los mejores del mundo… y Enrique, el chef… qué puedo decir, es una gran persona. Lo conozco desde hace muchos años ya y siempre es un placer probar su comida” León estaba comentando cuando de pronto comenzó a oír una risa en el ambiente. Como si alguien hubiera puesto una grabación de una risa en los altoparlantes, en lugar de la cálida música jazz que aún se escuchaba.

El hombre interrumpió inmediatamente su anécdota y comenzó a mirar hacia todos lados, tratando de levantar su cabeza lo más posible. Todos se miraron, sin entender qué estaba sucediendo.

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