Capítulo 8 - Perfect timing

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Juliana acababa de rasgar por última vez las nuevas cuerdas de su vieja guitarra dando9 por concluida la canción, y aún así no dejaban de mirarse ni de sonreir. Por algún extraño motivo ambas estaban presas de ese momento, mientras los segundos parecían pasar extremadamente lento. Tanto Valentina como Juliana no habrían tenido ningún problema en seguir en ese dulce trance en el que se encontraban, pero ambas entendieron que cuanto más tiempo pasara sin romper ese hechizo, más incómoda sería la situación luego.

“Doctora” Juliana dijo con la sonrisa más tierna del planeta, verdaderamente feliz de ver a la dueña de los ojos más lindos que había visto en su vida.

“Chef” Contestó Valentina agachando levemente la cabeza y devolviendo la sonrisa, a la vez que hacía su mayor esfuerzo mental para no decirle Juliana y delatarse en el proceso. La castaña se había dado cuenta tras la charla con su hermano y mientras conducía hasta su destino, que no podía darse el lujo de delatarse delante de la cocinera si quería tener una oportunidad de conocerla mejor. Valentina no sabía aún porqué necesitaba conocerla mejor, sólo lo sentía así y no podía ni quería hacer nada para evitarlo.

Otros segundos más de intenso contacto visual y sonrisas cálidas transcurrieron. Definitivamente esto iba a tomar más tiempo de lo habitual, pues a las claras estaban embobadas la una con la otra.

“Pues que gusto verla de vuelta. Cómo está su padre?” Dijo Juliana moviéndose hacia uno de los lados de la banca de esa plaza, invitando con ese gesto a que la muchacha parada enfrente suyo tomara asiento.

No sabía bien cómo lo iba a hacer pero sentía la necesidad de retenerla la mayor cantidad de tiempo posible. Juliana nunca se había sentido tan atraída por alguien en toda su vida, y si bien sabía que Valentina estaba tan lejos de su liga que nunca jamás en la vida tendría una oportunidad con ella, eso no iba a impedir que por lo menos intentara aprovechar al máximo esta linda casualidad que le estaba regalando el universo.

Valentina entendió a la perfección el gesto de Juliana y de inmediato se sentó en esa banca agradecida con la cocinera por darle esa oportunidad. Apenas su cerebro procesó la pregunta de Juliana no pudo evitar soltar una carcajada.

“Es neta que me vas a tratar de usted?” Dijo muy risueña. “Tan mayor estoy?” Agregó aún sonriente.

Juliana entendió en ese mismo instante que no habría manera de que la sonrisa de esa hermosa criatura no se le contagiara y que nunca había escuchado una risa tan hermosa como la de esa hermosa mujer que se acababa de sentar a su lado. No podía esperar a hacerla reír nuevamente para comprobar sus sospechas.

“Perdón es que…” Se encogió de hombros sin saber muy bien qué responder mientras sonreía pero avergonzada esta vez.

“No te preocupes” Valentina le dijo tiernamente. “Mi padre está bien, hace un rato lo llevamos a la casa y está descansando. Finalmente no fue nada grave, solo un susto gracias a Dios” Contestó a la pregunta original, se notaba en sus ojos la alegría y el alivio.

“No sabes cuánto me alegro… la verdad que no debe haber sido una situación fácil para ti, atender a tu propio padre y eso… que bueno que está bien, y que te tiene a ti” Dijo la cocinera con total sinceridad y honestidad. Juliana no entendía de dónde provenía tanta verborragia, pues ella no era de hablar demasiado y menos con gente desconocida pero había algo en esos ojitos color cielo que le resultaba extrañamente familiar. Y cálido. Juliana había olvidado lo que era la calidez hasta que descubrió los ojos de Valentina.

“Pues gracias” Valentina dijo apenas conteniendo un suspiro. Los ojos de Juliana aparentemente la habían tomado prisionera y no tenían intención alguna de dejarla escapar. La castaña estaba bastante segura de que nunca había visto tanta honestidad y calidez en los ojos de una persona, estaba embobada con este nuevo personaje que se acababa de meter en su vida.

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