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Después de ir por un poco de ropa vuelvo a casa de Sofía. Cuando llego, la madre me agradece el gesto y yo la abrazo. Llego a su habitación y la encuentro dormida. Son solo las seis y media de la tarde. Ha llorado tanto que el cansancio le hizo dormir rápido.
Doy la vuelta y le baso la frente y la mejilla derecha. Voy al cuarto de baño y me cambio a ropa para dormir: una pantaloneta roja, una camisa bastante ancha de color naranja y me cepillo los dientes.
    Tomo una silla y me siento en el lado donde duerme. Tomo el libro que llevé para leer, La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón. Leo un poco a su lado, hasta llegar al capítulo 12, cuando de un momento a otro un grito me saca de mi lectura.
    —¡Papá! ¡No, papá! —Grita Sofía—. ¡No te vayas! —Ella se levanta y yo dejo el libro y me inclino para abrazarla. Ella continúa diciendo—: No, papá, papá... Paá. No te vayas.
    —Tranquila, Sofi, solo ha sido un mal sueño. Aquí estoy. Tranquila. —Y le acaricio la cabeza. Ella se tranquiliza poco a poco y me mira a los ojos. Gotas salen de ellos.
    —Gracias, José, por quedarte. En... En-serio muchas gra-gracias. —Ella se recuesta y yo me siento en la silla de nuevo.
    Cuando comienzo a leer ella me pide algo:
    —Léeme, por favor. ¿Puedes? Quiero oírte.
    —Claro —digo—. El que leo no es de terror ni hace un clima escalofriante.
    Aquello le saca una sonrisa y yo me quedo feliz al verla. Me devuelvo a las primeras páginas y le leo un poco hasta exactamente donde he quedado yo. Al rato ella se duerme y yo siento agotamiento. Me acuesto a su lado y me quedo dormido. 

Yo viviré en tiWhere stories live. Discover now