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MANUELA

—¡¿Qué?! —Grité. Andrea me había llamado y me había contado que una agente la había visto acompañada de un chico. Colgué después y me encaminé en busca del resto. Me demoré más de media hora en reunirlos a todos e ir adonde nos esperaba Andrea con las buenas y, al parecer, malas noticias que nos tenía que decir la agente. Todos sentimos esperanzas y salimos corriendo hacia el lugar, con la lluvia aun golpeando las calles. Llegamos y Andrea nos condujo hacia donde estaba ella.
    —¿Dice usted que ha visto a mi hija?
    Fue lo único que dijo el padre de ella. Su rostro derramaba tantas lágrimas que, incluso, le ganaba a las gotas de agua que resbalan por las ventanas del lugar enorme donde nos encontrábamos esa noche.
    —Sí. Y hablé por radio. Al parecer ella está como desaparecida. Gustavo Sosa es el que lleva el caso, ¿verdad? —Sin esperar respuesta alguna, siguió hablando—. Vale. Pues me han dicho que la orden ya está lista y que varias patrullas con él vienen en camino. Creo que lo mejor es esperarlo para que entre todos resolvamos lo que se necesita y ver las grabaciones que tenemos en las cámaras. Así tendremos algo más fiel con que seguir en este camino de laberintos en el que se encuentran todos ustedes.
     No dijo más. Nos condujo hacia un lugar donde lo único que había era policías y un señor esposado que le dictaban sentencia por intentar llevar drogas a otros países.
    Nos sentamos en una hilera de asientos que ocupa una esquina y ella, que responde al nombre de Verónica, nos regaló vasitos con agua y nos trajo un termo con café caliente. Al final, Andrea rompió el silencio:
    —Me alegra que al menos la orden esté y que ella haya reconocido a Ana. Creo que ahora todo pinta bien. Al menos, por ahora.
    Cuánta razón tenía mi amiga en ese momento... 

Yo viviré en tiWhere stories live. Discover now