5

4 1 0
                                    

MANUELA

Varias horas después, en casa de Ana

La vida nos lleva desgracias cuando ya tenemos hasta de sobra. Cuando llegamos a la casa de Ana con sus padres, el aire que se sentía era tan sepulcral que parece que la hemos enterrado hace días. Andrea y Valentina se fueron a sus casas. Todos estamos sentados en la sala hablando de cómo podemos nosotros por nuestro medio ayudar a Ana de la manera más incógnita posible. Teníamos el tiempo contado. Si no hacíamos algo más puede que hasta la vida de Ana se apague en poco tiempo.

Salimos de casa después de tener una gran idea. Para ello necesitábamos de muchas personas, así que Valentina y Andrea reunieron a sus amigos, y yo reuní a los míos, y a Richard Meneses, el camarero que me atendió aquel día en el restaurante. Debían de ser las cinco de la tarde, ya que el calor no se sentía y la luz se iba poco a poco. Todos tomamos un taxi y fuimos directamente al aeropuerto José María Córdoba.

Al llegar nos recibió un aire frío y una lluvia incesante. Todos bajamos de los taxis y de la maleta de este sacamos los respectivos bolsos de cada uno. En ellos cada uno teníamos de a cien fotos de Ana. Era hora de empezar una ardua tarea. 

Yo viviré en tiWhere stories live. Discover now