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Cuando abrí los ojos el reloj anunciaba las dos de la tarde. El calor se hace notar en mi habitación, y en mi mesa de noche descansa un plato y dos vasos, uno con jugo de naranja y otro con el suero diario que debo tomar. Encima del plato, se ve una hoja de cuaderno. La tomo y leo mentalmente.

HIJO, HEMOS SALIDO. VOLVEMOS A LAS 7 DE LA NOCHE. :)

    Vaya...Estaré solo en casa hasta las siete de la noche. Y ahora... ¿Qué haré en ese tiempo?
    Me levanto y como, me tomo mi suero y el jugo, al final me tomo mis medicamentos. Me baño y me pongo una camiseta gris, unas bermudas color azul oscuro y unos converse negros. No quiero quedarme encerrado en casa hasta la noche.
    Salgo de casa y nada más cruzar el umbral de la puerta me ataca un aire caliente que hace que gotas de sudor empiecen a nacer en todo mi rostro. Me dirijo al parque donde estaba la noche anterior, con un libro bajo el brazo: Cementerio de animales, de Stephen King. Los libros de este enigmático escritor me tienen más ensimismado que los mismos libros de Carlos Ruiz Zafón. ¡Son geniales! Espero poder sumergirme bien en la lectura. Cuando llego el parque está abarrotado, como cualquier sábado en la tarde. Los columpios están llenos de niños, también los dos pasamanos que hay y también la mayor parte de las bancas. Me siento rápidamente en una, al lado de una pareja que se están besando, y empiezo con el libro.
    Una de las cosas que más me gustan cuando leo libros que contienen demasiada acción o partes con mucho terror, es colocar música apta para el asunto. En este caso, en la parte donde voy, coloco una canción de metal para darle un mejor ambiente a la escena. La pareja al lado de mío siguen besándose y yo me quedo ajena a eso, hasta el momento en el que escucho nítidamente la voz de la chica. Me vuelvo algo incrédulo, no puedo hacerle caso solamente a mis oídos, que de seguro están aún en aquella sala de hospital. Cuando veo el rostro de la chica, me quedo de una pieza.
    È uno scherzo? «¿Es esto una broma?»
    —Te amo demasiado, enserio. —Dice él.
    —Yo también te amo —responde ella.
    Diablos. No puedo creerlo... ¡Maldición!
    —Te amo más, Sofía.

¿Acaso me estaba enamorado de ella? Es una estupidez, solo la conozco de una habitación de hospital. Pero no negaré que ella está tatuada a fuego en mi pecho, como la guerra marca a los soldados.
    Cuando llego a mi casa a las cuatro y veinte minutos de la tarde, el sol ya ha descendido de manera notable y el calor ya no sofoca a todos los pobres que hemos tenido que caminar. Abro la puerta y el aire fresco me golpea el rostro. Hogar dulce hogar. Voy hacia el frigorífico y saco un poco de jugo de sandía, mi fruta favorita. Lo tomo y dejo el vaso en el comedor, que se encuentra en la sala. Enciendo la TV y busco una película. Maldita sea la vida y estúpido el destino que se empeñan en que no me olvide de ella. La primera película que encuentro en el televisor es IT. ¿Acaso el destino me juega una jugarreta? Lo apago y voy a mi pieza. No sé lo que me pasó, pero cuando la vi algo en mí se movió, y les aseguro que no ha sido nada que ver con que se me haya dislocado algo. Pero fue algo fuerte, como una felicidad mezclada con la misma añoranza de un fiel queriendo ver el rostro de su dios. Pero al ver que tenía novio, sentí desolación. La misma de siempre. No dejo de pensar en ella, pero debo hacerlo. Es obvio que nunca se fijará en mí. Nadie se fija de un enfermo...

Sin saberlo me había quedado completamente dormido en la cama de mi habitación. En mi estómago aún estaba el libro que estaba leyendo. Llegué hasta la página 198.
    Tomo mi computadora y abro mi Facebook. No soy demasiado amante de la contemporaneidad de estas máquinas, pero me sirve demasiado para ver películas que no he llegado a comprar. Uso cuentas de redes sociales de las que rompo el sistema porque de social tengo exactamente lo mismo que esperanzas de curarme. Cuando la página carga totalmente, veo que tengo una solicitud de amistad. Le doy click y mi corazón da un vuelco por completo.

SOFÍA QUIÑONES TE HA ENVIADO UNA SOLICITUD DE AMISTAD.

Yo viviré en tiWhere stories live. Discover now