Yo viviré en ti

13

Llegamos a casa de Sofi a las siete y algo de la noche. Cansados y bastante agarrotados. Ana no quiere cocinar, lo cual es bastante comprensible, así que decide pedir comida. Después de un intenso debate sobre pizza y arroz chino, pide las dos, para quedar bastante llenos después de un día sin comer nada. Sofi, después de una comida en silencio, va al baño, y la madre a su habitación después de darme un abrazo y un beso en la mejilla. Solo dice una palabra:
    —Gracias.
    Sus ojos dicen tanto que el que se siente agradecido de poder acompañarlos en un momento tan difícil soy yo. Cuando ella cierra la puerta de su habitación yo me siento en el sofá de la sala. Es bastante cómodo. Saco de mi mochila el libro de Zafón y me sumerjo en la lectura un rato hasta que Sofi baja con su pijama puesto. Es rosa con unas vacas aleatorias. Su blusa es igual. Se acerca y se sienta a mi lado. Luego descansa su cabeza en mi hombro.
    —Gracias por acompañarme, José, de verdad.
    —No hay de qué, Sofi. Cuentas conmigo en lo que necesites. Y sé que me necesitabas.
    Ella no responde, solo se queda callada. No sé si debo contarle que estoy en fase M1. Creo que eso la acabaría por completo. Pero no hay tiempo de nada más. Ella se inclina mientras hace una mueca de dolor.
    —¿Estás bien? —Pregunto. Ella responde:
    —Me duele un poco el abdomen. Seguro me cayó mal la comida después de no comer nada en todo el día. No creo que sea nada malo. —Se levanta de nuevo y me mira.
    Sus ojos están amarillos. Algo malo le pasa.
    —¿Seguro que estás bien, Sofi? Si quieres vamos a un hospital a que te revisen.
    —Tranquilo, José —ella sonríe—. No hay problema.
    Después de discutir un poco nos vamos a la cama. Ella se duerme enseguida y yo me quedo viéndola. Es hermosa en todos los aspectos. Acerco mi silla a la ventana y me quedo viendo el exterior. Hay nubes grises que presagian lluvia y hay vientos bastante fuertes. Los árboles se mueven de lado a lado, como si bailaran una pieza de vals.
    De un momento a otro me duermo sentado. En mis sueños Rodrigo aún vive.