7. Nigrum Oscula

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Harry y Ginny aparecieron por la puerta de la enfermería respirando agitadamente, se les veía preocupados.

- Ayer por la noche cenamos con él, se encontraba perfectamente – dijo Ginny mirando nuestras burbujas. – ¿Podemos hablar con ellos?

- Me temo, señora Potter, que ahora necesitan descansar – comentó Madame Pomfrey haciéndome cerrar los ojos. – He realizado muchos hechizos para tranquilizar al señor Lupin; por suerte, la señorita Potter solo ha necesitado una pócima tranquilizadora. Les he hecho una exploración y he curado sus heridas.

- Lily parece estar sana, – dijo Harry colocándose entre las dos burbujas – pero Ted tiene algo que no me gusta. ¿Le ha hecho alguna prueba ya, Madame?

- ¿Qué crees que le pasa, Harry? – preguntó Ginny llegando a su lado.

Abrí un poco los ojos observando cómo Harry besaba la coronilla de su mujer antes de dirigirse a las camas de Fred y Hugo, que observaban la escena desde la otra punta de la enfermería.

-  Chicos, ¿os encontráis mejor? – los chicos asintieron y se incorporaron un poco. – Me gustaría que me hicieran un favor. Id a buscar a James, Albus, Rose, Alice y Neville sin contarles nada de lo ocurrido, por favor, se lo explicaremos aquí.

- Por supuesto, tío Harry – Fred se levantó de la cama seguido de Hugo. - ¡Ahora venimos!

- Sin correr, por favor – ordenó la directora.

Harry volvió a colocarse delante de Ted, observándole detenidamente. Ginny, que no se había movido del su lugar, caminó hacia su marido para cogerle de la mano mirándolo profundamente.

- ¿Qué tenemos que hacer?

- No creo que te guste, – contestó Harry mirándola a los ojos – pero está en juego la vida de nuestra pequeña, cariño.

- ¿Qué quiere hacer, señor Potter? – preguntó Minerva.

- Quiere leer la mente de Teddy – Ginny lo dijo sin apartar la mirada de papá.

- Por supuesto que no. ¡Estarán vulnerando la intimidad del susodicho! – interrumpió Pomfrey alzando las manos. – Espero, Minerva, que entienda que usar la legeremancia está terminantemente prohibido en esta escuela y, aún más, cuando el paciente está inconsciente.

- ¡Estamos hablando de nuestra hija, Poppy! – Ginny se separó de Harry encarándose a Madame Pomfrey y poniendo los brazos en jarra. – Además, Teddy estaría completamente de acuerdo que se le realizara la legeremancia si así descubrimos lo que le pasa.

- Mamá, te pareces a la abuela – dije, sin poder evitarlo, con una media sonrisa.

Harry y Ginny se acercaron rápidamente a mi burbuja. 

– Me encuentro bien, tranquilos – les traté de tranquilizar al ver sus caras de preocupación.

- Vuelve a dormir, princesa - dijo Ginny con una sonrisa tranquilizadora.

- Sé, Madame Pomfrey, que está absolutamente prohibido usar ese tipo de magia en la escuela, pero también sé que nos puede dar mucha información al respeto – empezó McGonagall intentando calmar la tensión que se había formado. – Por esa razón, considero oportuno despertar al señor Lupin para que de, o no, su consentimiento, y poder realizar el hechizo.

- ¿Despertarlo? ¡Usted ha visto lo que me ha costado tranquilizarlo, señora!

- Señora Pomfrey, – dijo Ginny más calmada sin separarse de mi burbuja – ahora no está sola. Nos tiene a nosotros, a Minerva y Neville estará a punto de llegar.

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