35. Explicaciones

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La partida de James puso a Alice bastante triste, así que Hugo y yo fuimos esenciales para que estuviera mejor durante el mes de agosto.

Después de un largo verano de risas junto a algunos de los Weasley y disfrutarlo como nunca, una semana antes de partir a Hogwarts, nos dirigíamos Alice, Hugo, Louis y yo hacia el Diagon Alley para comprar todo el material necesario para el curso entrante.

- Bueno, chicos – Louis captó nuestra atención mientras pasábamos por la entrada de ladrillos entre el callejón y el caldero. - ¿Preparados para el cuarto curso?

- Claro, primo – contestó Hugo con una gran sonrisa. - ¿Nos ves preocupados?

- La verdad es que ni un poco.

- Normal, estás hablando con el mejor trío de Hogwarts – nos alagó.

- ¡Venga! – empezó a reír. – Tienes una autoestima mayor que la mía, Hugo.

- Es la verdad – animó Alice. – Listos, guapos, divertidos, ¿qué más quieren?

- ¡Nada! – me abrazó los hombros con su brazo derecho mientras Hugo hacia lo mismo con Alice. - ¿Puedo unirme a vuestro grupo? Soy guapo, listo y divertido.

- Uf... - bufé con una gran sonrisa. – No sé si los cuartetos me van mucho eh.... Creo que prefiero un trío.

- Todo es probar, pequeña, no tengas miedo ni vergüenza por hacerlo – dijo bajito con una sonrisa pícara provocando más risas entre nosotros.

- Probaré – dije segura. - ¿Preparado para el último curso?

- Sí, aunque me da un poco de cosa, no mentiré.

- ¿Qué quieres hacer después? – preguntó Alice cogiéndole el brazo.

- Quiero estudiar para ser abogado.

- Interesante – asintió.

- Después del juicio contra Victoire, abrí los ojos – nos explicó andando tranquilamente. – Quiero ayudar a la gente haciendo justicia.

- Como Draco Malfoy.

- Exactamente – asintió. – Me gustaría aprender de él, aunque nunca ha cogido a un aprendiz.

- Puedo decir a Scorp que le pregunte si haría una excepción.

- Gracias – me besó en la sien. – Por cierto, has crecido.

- ¡¿Verdad?! – gritaron Alice y Hugo a la vez poniéndose delante de nosotros.

- No gritéis, por favor, y dejad de decir cosas tan tontas.

- No son tontas, estás un poco más alta, te han crecido los pechos y el culo.

Mi blanca piel se empezó a teñir de rojo al escuchar esas palabras, ¿se había vuelto loco el pelirrojo?

- Ha hecho el cambio – afirmó Alice.

- ¿Podéis dejar de hablar de mi cuerpo, por favor? – intenté retomar el camino, pero me lo negaron.

-¿Te avergüenza hablar de tu cuerpo? – preguntó Louis.

- ¿En medio del callejón? Por supuesto.

- Perfecto, vamos allí y hablamos tranquilamente.

No pude decir nada más, ya que en menos de cinco segundos estábamos sentados en una de las mesas interiores de la heladería.

- ¿Qué quieren chicos? – nos preguntó el camarero.

- Un helado de chocolate con leche, por favor – dijo Alice con una sonrisa.

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