48. Sí, quiero

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La primera cosa que hice al llegar a la estación de King's Cross fue pedirles a mis padres ir a la casa de los Weasley-Granger para conocer, al fin, a la pequeña Mirna. Tenía muchas ganas de coger en brazos a la primera de la cuarta generación.

Nos fuimos con grandes sonrisas a La Madriguera en el coche de papá, Rose estaba allí, comentando la experiencia en Koldovstorz.

- Quiero que todos os lavéis las manos antes de tocar a mi pequeña – ordenó Rose al entrar por la puerta.

Fui corriendo a la pica, lavándome las manos la primera, para ir directa hacia la niñita de casi siete meses.

- Mirna – le extendí un juguete sentándome en el suelo delante de ella. - ¿Quieres jugar con la tía Lily?

La niña solo rebotó la figura contra el suelo, empezando a reír emocionada ante tantas miradas. Era muy bonita: pelo castaño, ojos muy grandes marrones, nariz respingona y un diente que empezaba a salir.

- Es preciosa – reí dándole otro juguete.

- Lo sabemos – dijo orgulloso Frank.

- Lily, ¿puedo hablar contigo un momento? – Dominique me sacó de mi trance.

- Aparta, el padrino más divertido del planeta está aquí.

Hugo se estiró al lado de Mirna mientras yo me levantaba sin dejar de mirar a la bebé, siendo arrastrada por la rubia hasta el patio.

- ¿Todo bien?

- Sí, mucho, quiero pedirte algo – sonrió nerviosa.

- Lo que necesites.

- Ted y yo nos casamos el mes que viene y me gustaría que fueras mi dama de honor.

- ¿Qué? – me quedé medio paralizada.

- Que Ted y yo nos cas....

- ¡Ya lo he entendido! – grité golpeándola cariñosamente. - ¡Te vas a casar! ¡Con Ted! – le agarraba las manos mientras daba saltitos. - ¡Por fin! ¿Desde cuándo? ¡Yo no sabía nada! ¿Dónde? ¿Por qué no me lo habíais contado? ¡Te he echado tanto de menos! - la abracé. - ¡Tenemos tanto de lo que hablar! ¡Te vas a casar, con mi Teddy, con mi Empremta!

- Creo que si paras podrá contártelo todo – el metamorfomago estaba apoyado en el marco de la puerta con una gran sonrisa.

- ¿Tú lo sabias? – lo señalé con un dedo. - ¿Por qué no me has contado nada? ¿Dónde está esa confianza entre Empremtas?

- Con total sinceridad, no sabía si aceptaría o no – se excusó con las manos alzadas mientras algunos familiares reían. – Pero, mira, al final ha dicho que sí y dentro de dos semanas será la boda. No quería esperar más - sonrió.

- ¡Ah! ¡Por fin! ¡Por fin va a suceder!  - los miré apretando los labios. - Creo que me pondré a llorar y todo.

- Prometo contártelo todo si respondes a mi pregunta – Dominique se puso la mano en el corazón.

- ¿Cuál? – pedí ansiosa.

- ¿Quieres ser mi dama de honor?

- ¡Claro que sí! – la abracé. – Gracias, de verdad, sois los mejores. Os quiero tanto.

Ted se unió a nuestro abrazo con una gran sonrisa, besando nuestras cabezas con cariño.

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