10. El juicio

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Nos encontrábamos en una sala grande y ovalada que se dividía en tres partes: la parte posterior, donde se ubicaban todos los familiares y personas queridas de los implicados; la parte central, donde nos sentábamos el señor Malfoy, Ted y yo a la izquierda y Victoire con su abogado a la derecha. Y, finalmente, la parte anterior, donde se encontraba el tribunal de Wizengamot vestidos con sus respectivas túnicas de color púrpura con bordados de plata y una "W" en la parte izquierda del pecho. En el medio de la fila delantera subido en un atril, el Ministro de Magia, Kingsley Shacklebolt.

Era un juicio muy difícil para todos. El Ministro era un amigo de la familia, además de que Hermione Granger, por su alto cargo en el departamento de aplicación de la Ley Mágica, se encontraba normalmente al lado del ministro como portavoz del tribunal, pero, esta vez, estaba junto los familiares en la parte posterior de la sala.

- Buenos días a todos, – habló el Ministro Shacklebolt – empezamos el juicio contra Victoire Weasley. Se la acusa por la utilización de magia oscura contra el señor Edward Remus Lupin y el intento de asesinato de la señorita Lily Luna Potter. Como ya saben, el tribunal de Wizengamot es quien pondrá la sentencia junto a mí y, por esa razón, todos nosotros estamos al tanto de los acontecimientos. Así pues, tiene la palabra el señor McLaggen.

Cormac McLaggen era el abogado de Victoire. 

Realmente no lo conocía, pero había oído hablar de él en casa. En su juventud lo describieron un poco egoísta, que iba con la gente por intereses y según el estatus de su familia. Tía Hermione no podía creer que hubiera llegado tan legos en su carrera profesional, ya que en Hogwarts solo le importaba el quidditch. Además, desde hacía un año, estaba intentando arrebatar el sitio de Hermione y así poder formar parte del tribunal de Wizengamot, pero todo el mundo sabía que era imposible que la superase.

- Buenos días, señor Ministro, tribunal y todos los presentes - dijo el hombre. - Estamos aquí para impartir justicia ante estas dos personas que han intentado malmeter en el estado mental de mi cliente. Por esa razón, me gustaría pedir a Fleur Weasley que venga a testificar.

Tía Fleur se levanto de su asiento y entró en la parte central de la sala, donde apareció una gran butaca de color gris oscuro. Antes de sentarse, un trabajador del ministerio le pidió su varita.

- Señora Weasley... – dijo McLaggen.

- Pog favog, puede llamagme señoga Delacour, la señoga Weasley es mi suegga – le cortó Fleur con una sonrisa tierna en los labios. 

Fruncí el ceño antes de mirarme a Ted; él estaba igual.

- Perdón, señora Delacour, – respondió Cormac con otra sonrisa tierna – me gustaría que nos contara como ha estado su hija desde la, según ellos, maldición Empremta. ¿Cómo le ha afectado en su estado psicológico?

- Mi hija ha visto como Lily intentaba quitagle a Ted de su vida, siendo una egoísta pog su pagte y solo pensando en lo que quegía ella; se nota que está enamorado de él. Mi hija está destgozada al gespecto.

- Protesto Ministro – el señor Malfoy se puso de pie levantando la mano. – La maldición que sufren es un hecho, los papeles de San Mungo lo constatan. Por otro lado, está haciendo especulaciones sobre mi cliente.

- Aceptada – indicó Kingsley. – Tiene que contestar las preguntas que se le formulen, señora Delacour. Si no hemos entendido mal, su hija está destrozada psicológicamente desde que el señor Lupin y la señorita Potter comparten la Empremta, ¿no?

- Así es – prosiguió la francesa. – Mi hija siempge había visto que Lily esta enamogada de Ted, pero intentaba no haceg caso a esa pequeña. Pero desde que compagten esa Empgemta, pagecen una pageja y eso, a mi pobge hija, la tiene destgozada.

EmpremtaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora