24. Preguntas

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El fin de semana llegó rápidamente con una noticia que nos sorprendió a todos: Thea Lightwood, la antigua buscadora de Gryffindor y mi mayor rival a superar, se hizo una lesión en el hombro causada por el excapitán de las serpientes, Jack Smith. Este, a su último año de acabar el colegio, había hechizado a mi compañera leona haciéndola caer en el suelo rompiéndose el hombro por varios sitios; por mala suerte para él, Adelaide Murton, jefa de la casa Slytherin, le quitó el puesto de capitán otorgándoselo a mi hermano Albus Severus Potter.

Estábamos todos muy contentos por dicha noticia y, aunque Albus estaba sumamente nervioso, todos sabíamos que se le iba a dar estupendamente bien dicho cargo. Además, después de hablar con la cocapitana Isabella Zabinni, tubo las cosas mucho más claras tranquilizándolo un poco: ambos empezaron a preparar las pruebas que se harían ese mismo fin de semana.

Después de pasarme el domingo en la biblioteca dejando todos los deberes y resúmenes hechos de las primeras semanas en la escuela, me dirigí hacia la torre de astronomía para desconectar un rato; el simple hecho de poner la mente en blanco observando las preciosas vistas que nos ofrecía la escuela me quitaba el aliento.

- Cuando se llega a un lugar y hay gente en el se dice hola, Potter – esa voz que llevaba tanto tiempo sin escuchar resonó en mis oídos mientras dejaba la maleta en el suelo y me reclinaba en la barandilla.

Respiré profundamente sin quitar la vista del paisaje antes de contestar.

- No creo que sea necesario ser educada con una persona que solo me dirige la palabra para burlarse de mí, Malfoy.

- Veo que no te han enseñado modales en tu casa – dijo con ese tono arrogante que tanto odiaba.

-  Me han enseñado a ser educada, pero también a no dejarme pisotear por gente indeseable – no me moví, continuaba de pie apoyada en la barandilla admirando el precioso paisaje, mientras oía como Scorpius se levantaba de su sitio.

- Creo que lo mejor será enviar una lechuza a tus padres por tu mala educación – sentía su voz cada vez más cerca.

- Hazlo, será divertido oír el vociferador que te enviará mi madre como respuesta a tus insultos hacia ellos – una pequeña sonrisa se asomó en mis labios.

- Tus padres me adoran – estaba justo detrás de mí.

- Pues envíales dicha carta, siempre estoy dispuesta a aprender cosas nuevas – me giré lentamente sin borrar mi sonrisa. Sus ojos estaban más oscuros de lo normal y, como me imaginaba, tenía la típica sonrisa arrogante en la cara. – Realmente me encanta aprender, pero ¿podrías comentarles otra cosa, por favor?

- Solo si sirve para darte una lección de modales – nuestros ojos no pedían el contacto, provocando que los vellos de mi nuca se rizaran.

- Por supuesto, Malfoy, mocomurciélago.

Sin esperárselo, la cara del rubio platino se cubrió de sus pegajosos mocos verdes convertidos en murciélagos mientras volaban a su alrededor haciéndole llevar las manos a su rostro rápidamente para intentar, inútilmente, quitárselos.

- No olvides poner el tiempo que tardas en quitártelo, es importante para mi madre – dije tranquilamente empezando a dirigirme hacia las escaleras. Antes de bajar le grité: - Que tengas un día esplendido, Malfoy, aunque solo queden unas pocas horas para finalizarlo.

No recibí respuesta, lo que provocó que mi sonrisa se ampliara notoriamente mientras me dirigía al gran comedor para encontrarme con mis dos mejores amigos para cenar.

·oOo·

La semana empezó de la mejor manera posible, ya que McGonagall nos informó que la primera salida a Hogsmeade del curso sería el sábado de la segunda semana de octubre (en el primero,  realizaríamos las pruebas por equipos de quidditch) y, junto a Hugo y Alice, ya estábamos impacientes a la llegada ambas cosas.

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