52. Sensaciones extrañas

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El verano había llegado en un abrir y cerrar de ojos. El calor estaba siendo insoportable en pleno mes de julio, pero, por suerte, podía aprovechar la piscina en casa de mis padres.

- No hay nada mejor que esto, ¿verdad? – James se estiró en la tumbona que había a mi lado.

- Verdad – reí.

- Un buen baño en casa lo cura todo – Albus se colocó la gorra antes de sentarse.

- Somos privilegiados – murmuré cerrando los ojos, disfrutando de ese día tan veraniego.

- Ni que lo digas.

Estuvimos en silencio varios minutos, aprovechando la brisa cálida que acariciaba nuestros cuerpos húmedos mientras escuchábamos a música de la época de nuestros padres.

- Por cierto, Lil', – abrí un ojo para mirar a Albus - ¿cómo ha ido el curso?

- Bien.

- Esa es una pregunta estúpida, Severus – bufó James. – A Lily siempre le va bien.

- ¿Qué preguntarías tú, genio?

- ¿Has cambiado de opinión sobre tu futuro? – James se sentó mirándonos a ambos. - ¿Crees que ahora que tienes tanto poder podrías dedicarte a otra cosa?

- Ni Skeeter, sapo – reí tras las palabras de Albus.

- Contesta, enana – me empujó cariñosamente.

- No, no he cambiado de opinión – negué con una sonrisa. – Quiero ser sanadora, quiero ayudar a la gente, quiero...

- Has cambiado de opinión – dijo Albus, fruncí el ceño al no entender. – De pequeña querías ser inefable, ¿lo recuerdas?

- Es cierto – asintió James. - ¿Por qué te vino esa idea? Nadie de la familia lo es.

- Antes quería ser como papá – reí. – Luchar contra los malos y traer la paz al mundo, pero después de descubrir a los inefables, pues mira, no sé, estuve tentada a descubrir lo que hacían.

- Y...

- Es cierto que no se conoce muy bien su trabajo, ya que es estrictamente confidencial, pero eso era lo que realmente me gustaba.

- Pero de eso a sanadora...

- Lo sé – asentí cerrando los ojos. – Cuando se activó la Empremta, todo cambió. Creo que vi que necesitaba ayudar a la gente.

- Siendo inefable también ayudas.

- Estuve pensando en eso los tres primeros años de Hogwarts – crucé las piernas mirando a mis hermanos. – Creo que puedo ser buena como sanadora.

- Estoy seguro de ello – James me beso el hombro con cariño.

- Tendremos una sanadora particular – Albus tenía una gran sonrisa. – Eso será beneficioso para todos. 

Nos metimos otra vez en el agua, empezando una guerra entre los tres mientras éramos observados por nuestros padres con una sonrisa cariñosa.

- ¿Vamos a tu casa, 'Ems? – pregunté una vez comidos.

- Ha quedado fabulosa, enana, no la vas a reconocer – su gran sonrisa me transmitió paz.

- Con las horas que hemos estado allí dentro, para no estar bonita – gruñó Ginny.

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