25. Clases particulares

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Esa misma noche, después de la conexión y antes de la clase de astronomía, les conté toda la sesión que había tenido con Anna René Layna a Teddy, Hugo y Alice, quienes me dieron su soporte y opinión al respecto.

Aunque los nervios habían disminuido muchísimo por mi parte, el no saber que nos encontraríamos en las clases particulares de los jueves (a las que asistíamos los dos, Ted y yo) me causaba un poco de angustia; sin darme cuenta, Ted se ubicaba a mi lado en el gran comedor, a punto de dirigirnos hacia nuestra pequeña habitación.

- Antes que os vayáis – nos interrumpió Hugo un poco nervioso. – Me gustaría pediros una opinión.

- Claro, Hugo – dije sentándome otra vez a mi sitio mientras Teddy me imitaba. - ¿Todo bien?

- Todo perfecto, pero creo que he hecho algo que no tenía que...

- ¿Qué has hecho? – le interrumpió Alice preocupada.

- Bueno... - una risa nerviosa salió de los labios del pelirrojo. – Esta mañana, a primera hora, he hecho adivinación....

- ¿Y no te gusta la clase? – le cortó Ted frunciendo el ceño.

- No, bueno, sí; no me gusta demasiado la clase, tenía razón mi madre - volvió a quedarse callado.

- Hugo, no es por nada, - intenté decir lentamente para no ofenderle – pero Ted y yo tenemos clases particulares y no me gustaría llegar tarde; espabílate, por favor.

- Lo siento, sí. Hmm - cogió aire sonoramente antes de continuar. - ¿Recordáis a esa chica que me lanzó un beso el otro día? La que es de Ravenclaw – Alice y yo asentimos mientras Ted miraba a Hugo con una sonrisa pícara. – Pues me ha pedido que vaya con ella a Hogsmeade el fin de semana que viene y bueno... Que no le he podido decir que no; se la veía tan nerviosa y emocionada – acabó en un susurro haciéndonos reír a todos.

- No te preocupes, Weasley – dijo Ted con ánimo. – Seguramente es la primera vez que le pide una cita a un chico, normal que esté nerviosa, ¿no?

- ¿Cita? – Hugo abrió mucho los ojos.

- Cita – afirmó Alice. – No te pongas nervioso tú, por favor, ¡seguro que os va genial!

- Pero yo no quiero una cita... - susurró.

- Le has dicho que sí, negárselo ahora es un poco feo, ¿no? – preguntó la rubia mirando a Ted.

- Si realmente no quieres hacerlo, di no y ya – aclaró el metamorfomago.

- No sé - se encogió de hombros.

- Haz una cosa, - propuse – ve con ella a Hogsmeade el sábado que viene; si ves que es muy incómodo o no te gusta, Alice y yo estaremos por allí para socorrerte, ¿qué te parece? – pregunté esperanzada.

- ¡Perfecto! – la sonrisa de Hugo se agrandó enormemente. – Muchas gracias, de verdad, sois las mejores.

- Lo sabemos – afirmó Alice haciendo que los tres riéramos a carcajada limpia mientras Ted nos miraba con una sonrisa tierna.

Nos despedimos alegremente de mis mejores amigos, para irnos directos hacia nuestra pequeña habitación mientras hablábamos del día que había tenido Ted.

- ¿Preparada? – preguntó mi Empremta con una sonrisa cuando llegamos a la puerta de la habitación.

- Tengo muchas ganas de empezar, pero estoy un poco nerviosa – respondí mirándome las manos.

- Todo saldrá bien – me animó.

- Eso espero.

Llamamos a la puerta de la habitación y, al no recibir respuesta, entramos en ella tranquilamente sentándonos en los sillones a esperar.

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