12. Familia

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Fleur no había vuelto a pisar la casa Weasley y, además, tampoco quiso ver a sus dos hijos más pequeños (Dominique y Louis) a los cuales, tres horas después del juicio, les hizo aparecer todas sus pertenencias en nuestra casa. 

Horas más tarde, en la madrugada, toda la casa se despertó al oír ruidos en la cocina. Harry, Ginny, Ted y Dom, siendo mayores de edad, bajaron con la varita en mano para descubrir lo que pasaba, seguidos por los menores: James, Louis, Albus y yo.

Fue una imagen bastante impactante. Tío Bill estaba ebrio, llorando en un sillón cerca de la chimenea, tapándose la cara con una mano mientras que con la otra sostenía una foto de su familia. 

Dom, al verlo, fue corriendo hacia su padre mientras Ginny iba a buscar una poción para intentar disminuir su embriaguez. Una vez se calmó, nos miró a los ojos y empezó a hablan en un hilo de voz.

- Siento mucho haberme presentado así en vuestra casa, no sabía dónde ir.

- No te preocupes, Bill – le dijo su hermana acariciando su espalda. – Puedes venir cuando quieras.

- Realmente me alegro mucho de que hubierais ganado el juicio – alzó la vista hacia Teddy y hacia mí. – Lo que hizo mi hija es imperdonable, no entiendo qué la hizo actuar de esa forma; ella no es así.

No supimos responder, solté la mano de Ted y fui directa a abrazarlo. Gran parte de la familia se unió al abrazo mientras llorábamos de impotencia y, cuando se calmó, nos separamos.

- Vuestra madre me ha dicho que os entregue esto – miró a sus hijos y les enseñó un sobre abierto un poco magullado. – Lo he leído. Dice que no os quiere volver a ver hasta que recapacitéis y estéis del lado de vuestra hermana, pero supongo que ya os lo habíais pensado cuando empezaron a aparecer vuestras pertenencias, ¿no? – hizo una media sonrisa, dejando ver todo el dolor que sentía. – No estoy de acuerdo con ella, en nada, y como os podéis imaginar, a mí también me ha echado de casa. 

» Fui a casa de los abuelos a dejarlo todo y me fui a un bar a pensar, pero por el camino me encontré con mi jefe el cual me buscaba; tengo que ir a Egipto de urgencia.

Se puso otra vez a llorar desconsoladamente y esta vez fue Louis quien se acercó a su padre, se arrodillo delante suyo y le dejó llorar en su hombro.

- ¿No te puedes negar verdad? – preguntó el chico en un susurro. – No te preocupes por nosotros, estamos bien, iremos a vivir en casa los abuelos este verano.

Bill alzó su rostro, se limpió las lágrimas y abrazó a sus hijos con todas sus fuerzas.

- No quiero dejaros aquí, no quiero que estéis solos después de lo que ha pasado. Mañana llamaré a mi jefe y le diré que no iré.

- No harás tal cosa, papá – contestó Dominique con convicción. – Eres el mejor rompe maldiciones del mundo y si te han dicho que tienes que ir es porque nadie más podrá solucionarlo.

- No quiero dejaros solo chicos...

- No van a estar solos, Bill – dijo Ginny poniéndose de pie. – Los chicos se quedarán aquí hasta que vuelvas. No estarán solos. Cuando acabes con esa dichosa faena, vas a quedarte aquí hasta que se solucione lo de vuestra casa. Volveréis a casa, eso os lo puedo asegurar.

Mamá estaba enfadada, no podía creer que Fleur hubiera echado a sus propios hijos y marido de su hogar; nunca le cayó muy bien, pero finalmente la tragó porque realmente vio que quería a su hermano. 

Esa noche Bill durmió en nuestra casa. Ted, que ocupaba su habitación, se fue a dormir con Albus para que Bill pudiera dormir solo en dicha habitación, ya que desde el principio Dominique y yo compartíamos la mía y Louis y James la de este último.

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