53. De golpe

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El día que acompañé a Louis a San Mungo nos atendió el mismo sanador estúpido que quiso denunciar a Ted y, como había pasado la última vez, no hizo nada de provecho.

En un ataque mío donde intentaba calmarme, después de escuchar que Louis solo tenía un resfriado común y que no se podía hacer nada, le mostré que con un beso se curaba.

- Si con un simple beso mejora de esta forma, creo que deberías pasar a mayores, ¿no? – el tono burlesco me hizo fruncir el ceño. – Sois primos, ya me lo habéis dicho, pero si eso le cura, no le dejarás morir, ¿verdad? Creo que un buen polvo os irá bien a ambos, aunque un trío tampoco os vendría mal.

Ese hombre está vivo gracias a la bondad del chico Veela. Me cogió en brazos saliendo del despacho de ese impresentable mientras yo le gritaba cosas no muy bonitas al hombre. Por suerte, después de mucho insistir, conseguí que Louis buscara una segunda opinión, ya que, por mí parte, no obtendría nada más que esos simples besos (y él tampoco los quería).

Por otro lado, Harry, Draco y Hermione estaban más tensos que nunca. El azabache llegaba tarde y cansado a casa, con un humor de perros y casi no podíamos ni hablar con él; Ginny, después de mucho insistir, calmó a Harry provocándole un llanto incontrolable que duró horas.

Esa fue la primera vez que veía llorar a mi padre. No lo aguanté, lo abracé con todas mis fuerzas, prometiéndole que podríamos con todo lo que se nos presentara por delante, aunque no sabía nada del tema. 

Me fui directa a la chimenea hacia la mansión Malfoy después de que Ginny me pidiera más privacidad, abrazando a mi chico fuertemente, explicándole todo lo ocurrido.

Fue la primera vez que Scorpius cogió una tableta de chocolate de la habitación privada de Astoria, no había vuelto a entrar desde la muerte de su madre, comiéndola junto a su tumba mientras le explicábamos diferentes cosas a la fallecida; sobre todo de la tensión que adueñaba el señor Malfoy últimamente y la mudanza de Lucius y Narcisa a Francia.

- Cuando lo sepas, dime el día de la primera salida a Hogsmeade, ¿vale?

Hyperion agarraba mi cara con dulzura; este año me había acompañado a la estación de King's Cross, ya que mi padre estaba muy ocupado en la oficina y mamá tenía entreno.

- Te enviaré a Hedwig tan punto lo sepa – sonreí.

- Te quiero – me besó.

- Te quiero, Hottie.

- Por cierto, hoy le enviaré a Mark las cosas que se dejó. ¿Quieres que le de alguna cosa más?

- Sí - abrí mi bolsa de mano sacando una carta. - Dale esto también. 

- Perfecto - me besó. 

Mark había pasado un mes en Inglaterra, permitiéndole a mi madre conocer a ese maravilloso chico. Durmió en la habitación de James durante ese tiempo y mejoró muchísimo su acento. Fue divertido tenerlo en casa, nos lo pasamos bien y disfrutamos de las vacaciones; pude enseñarle el mundo muggle, el cual él no estaba para nada familiarizado, además del mágico. 

El primer día que tuvimos comida familiar, el carácter serio y distante se hizo presente. Conseguí, pero, que se calmara un poco al no despegarme de él y intentar que las bromas se suavizaran hasta que se sintiera cómodo. 

Cuando sus padres vinieron a recogerlo, acordamos que yo iría a Rusia el año que viene, cuando tuviera los diecisiete, después de terminar el colegio, mientras Ted y Dominique disfrutaban de un precioso viaje de pareja en esa zona. 

Me encantó que Scorpius se lo tomara tan bien. Mark y él se habían llevado mucho mejor durante esa estancia, incluso con Albus y James. Parecía que siempre hubiéramos estado juntos, que éramos amigos de toda la vida o incluso familia. 

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