un idea salida de control

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Severus y Regulus se veían de muy mal humor mientras bebían sus cervezas de mantequilla, y  no había que ser un genio para conocer la razón o las razones; los merodeadores.

Regulus estaba cansado de sus nuevas tareas como heredero de la familia Black. A principios de ese año Sirius finalmente había logrado el punto de quiebre con una discusión demasiado fuerte con su madre, su estúpido hermano mayor tomó sus cosas y se fue de la casa, sin pensar ni un momento en él y en que todo caería sobre sus hombros; responsabilidades, obligaciones, expectativas, tradiciones, incluso el terrible carácter de sus padres. Lo estaban torturando en casa a base de cruciatus. Y si, culpaba de todo a Sirius y deseaba que pudiera sentirse tan miserable como él.

Por su parte Severus se sentía basura al haber perdido a Lily. Cayó en la trampa, destruyó su amistad y ahora ella estaba lentamente accediendo a los avances de Potter. Si tan solo tuviera una excusa de vida o muerte para que ella le regresará la palabra, y también una forma de vengarse de Potter...

Bellatrix llegó primero al encuentro que ella su hermana y Lucius tendrían con los aún estudiantes. Los vio tan deprimidos que casi suelta una carcajada, si a ella le hubiera pasado lo que a ellos, ya todo estaría arreglado. Se sentó frente a los menores y pidió un whisky de fuego.

—Déjenme adivinar ¿Potter y Siri? —Ambos asintieron con la cabeza antes de dar un gran trago a sus bebidas—. En nombre de Salazar, son Slytherins, nosotros no lloramos como nenitas, nos vengamos y hacemos sentir miserables a nuestros enemigos.

—Pues si tienes alguna idea de cómo torturar psicológicamente a Potter y a tu primo somos todo oídos.

—Severus, si que me subestimas. Éste es el plan, Regulus enamora a Potter, Severus enamoras a Siri, destruyan la amistad de los merodeadores y luego les rompen el corazón —Bella río después de aquello dando a entender que solo era una broma—. Solo humillenlos en público, los leones son casi tan orgullosos como nosotros.

Aunque ella lo había dicho sin intención de ser seria, y Severus lo había razonado como algo tan patético e imposible que le daba gracia... Regulus, bueno, él creyó que no era tan mala idea. Para él era bastante obvio que Su hermano y Potter eran los mejores amigos, que su hermano de cierta forma seguía preocupándose por él, y que era una tanto celoso... Si, no parecía nada mala la idea en su cabeza.

Ojalá el lo hubiera consultado con alguien más, pero esa misma tarde comenzó el plan por su cuenta. Se sentó frente a su escritorio dispuesto a escribirle a Potter la carta más romántica que leería en su patética vida, pero Regulus no pudo completar su intención. Al parecer era muy difícil escribir sobre sentimientos que no tenía.

Y recordó que había leído un libro extranjero Muggle que tenía justo lo que necesitaba, aquél libro había quedado olvidado por una estudiante de séptimo el año anterior, y Regulus se lo había quedado; cien sonetos de amor y una canción desesperada.

Abrió el libro en una página cualquiera y escribió el primer poema que leyó.

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio 
o flecha de claveles que propagan el fuego: 
te amo como se aman ciertas cosas oscuras, 
secretamente, entre la sombra y el alma. 

Te amo como la planta que no florece y lleva 
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores, 
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo 
el apretado aroma que ascendió de la tierra. 

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, 
te amo directamente sin problemas ni orgullo: 
así te amo porque no sé amar de otra manera, 

Una broma pesadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora