Capítulo 79

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Las chicas abrazan una y otra vez a Kris mientras lloran y chillan.

—Avísanos cuando vuelven, ¿vale?

Ella asiente y vuelve a estrecharlas. Al parecer Nely ha sido bien aceptada en aquel grupo. Aunque no llora ni se estrecha continuamente, sonríe al ver a las chicas.

— ¿Vas a cuidarte, idiota?

Asiento y le sonrío, hago una mueca de dolor al instante.

—Merle sí que golpea duro— dice ella riéndose.

—Bastante. ¿vas a asegurarte de que está bien?

—Claro que si— dice elle sonriendo—. Ya se la pasara, solo debes de entender que le ha pegado duro lo que ha pasado.

Mira a Kris y sonríe.

—De verdad no sé qué tenga esa chica para hacerlos caer así.

Sé que no lo dice con enojo, solo es simple curiosidad, yo también me giro y veo a Kris sonreír y mirarme con esos hermosos ojos avellana.

—Yo tampoco lo sé— le confieso—. Pero planeo averiguarlo el resto de mi vida.

—Iugh, que cursi y meloso has sonado— dice golpeándome el hombro.

Priscilla y Alexa estrechan a Kris una última vez cuando nuestro vuelo es anunciado. Nely me estrecha y se limpia algunas lágrimas.

—Entiende que no tengo nada contra ti— le dice a Kris cuando se acerca.

—Solo me detestas por haber sido sincera con tu mejor amigo.

—Exacto— dice ella alzándose de hombros—. Buen viaje.


Me despido de Albert y Brandon y me dirijo a las puertas del aeropuerto tomando la mano de la chica que me hace sentirme como el más jodido feliz tío en toda la tierra.

— ¡Pásame esas frutas, tengo que lavarlas! — una guayaba me golpea en la cabeza.

Giro molesto cuando veo a Ketzia y Michelle reírse a mis espaldas.

— ¡Niñas! — las reprende la madre de Kris—. Lo siento Eiden.

—Ha sido sin querer— dice Ketzia mirándome con los ojos entrecerrados.

Desde que volvimos aquellas pequeñas tías me han estado declarando la guerra. Dicen que es porque he hecho que Kris se alejara un buen tiempo.

Su tío casi se arroja encima de mí el primer día en que llegamos. Kris ha relatado la historia y todos han escuchado, incluso su abuelo que en cuanto me ha visto se ha acercado con una gran sonrisa.

—Ya decía yo que no eras capaz de hacer sufrir a mi nieta favorita – dice colocándose las gafas y sonriéndome.

—¡Ketzia! Que te he visto— le dice Kris arrojándole una servilleta en la cabeza y riéndose.

Y ahí está, la chica que hace que aún esa extraña sensación aparezca en un dos por tres con tan solo mirarle frente a mí, me sonríe y me guiña el ojo. Joder, vaya que me tiene atrapado.

— ¿Te gusta el pavo Eiden? — me pregunta la abuela de Kris con una gran sonrisa.

—Si, solo que mamá lo hace de manera diferente.

—Habrías de traerla, estoy segura de que le hubiera encantado.

—Muy seguro que sí, pero va a pasar navidad con la familia de su novio. Espero la oferta siga en pie para otra festividad.

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