Capítulo 24

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Eiden.

Miro el reloj de la encimera por... ¿sexta vez?

Es la catorceava Eiden... ¿a quién tratas de engañar?

Ok, catorceava, pero ¿Cuánto pueden tardarse en volver? Salgo a comprar algo y doy una vuelta por las calles, el lugar es bonito las casas son grandes y espaciosas, con jardines muy verdes y cercas de madera. Trato de distraerme y tomo mi teléfono.

—¿Qué hay colega? — la voz del otro lado me tranquiliza un poco.

—Hola tío Nicolás.

—¡Anda! ¿Qué ha pasado? Te escuchas como si hubieras tenido 10 citas con Luisa— hay una pausa y después escucho protestas—. Ella te envía saludos.

—Que se vaya al infierno— reconozco la voz de aquella chica del otro lado del teléfono.

—Que agradable escucharla— le digo rodando los ojos.

—¿Qué pasa muchacho? ¿Qué problema tienes?

—¿Cómo sabes que tengo un problema?

—Te has largado hace días y no me has llamado ni una puñetera vez, ni siquiera porque he escuchado a Dana cuando me dijo que debía darte más paga, ingrato.

Sonrío y me siento en la banqueta frente a una casa rosa la cual tiene una casa del árbol en el jardín, puedo ver a unos cuantos pequeños corriendo.

—No sé qué me está pasando...

—Ok, se llama pubertad Eiden. Vas a sufrir algunos cambios que no te van a gustar y...

—¿Quieres callarte? — trato de relajarme y suspiro—. Se trata de una chica.

Hay silencio total, lo escucho caminar y cerrar una puerta. Seguro que se ha metido a su oficina.

—Eiden... Luisa no quiere salir más contigo.

—¡Joder! No es con la princesa consentida.

—Entonces...

—Una chica que he conocido aquí...

—Pobre chica.

—¿Qué dices?

—Mira nada más seguro que ya la has espantado con ese carácter horrible.

—Te llamo para buscar tu apoyo y me sales con esto.

—Ya, ya, relájate. Cuéntame bien que ha pasado.

Le relato detalle a detalle las cosas. Todo sobre ella, sobre las cosas que han pasado e incluso le hablo acerca de su ex.

—¡Vaya! Es todo un lío, pero dime Eiden, ¿Por qué te importa tanto esto?

—No lo sé... esperaba que tú me lo dijeras.

—Te gusta esa chica.

—¡No! Solo que me siento extraño y no puedo controlar nada de lo que siento cuando ella está presente. Odio sentirme así.

—No es como si ya pudieses controlar tus emociones... desde que te conozco has sido así.

—Ya lo sé, pero...

—Mira muchacho, deberías hablar con ella. Escucha lo que tiene que decir.

—Yo no tengo nada que decirle....

—Ok, tienes razón, me he equivocado. ¿puedes empezar por saber qué es lo que quieres? Dices que no te gusta, pero por todo lo que me has contado... has hecho más por ella que por chicas que has conocido anteriormente, escapar de la policía, defenderla...

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