Capítulo 36

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El pomposo me mira con el pecho salido y el cuello levantado, está cruzado de brazos, mirándonos tal cual una fiera al acecho, en seguida mi humor cambia y quiero lanzarme en contra de él. Kris ya le ha dicho que estaríamos en una cita, ¿Cómo ha podido saber dónde estaríamos?

Me tenso y siento como el resto de mi cuerpo reacciona igual.

—¿Estás bien Eiden?

Kris ha notado el cambio y aun que ella no lo ha visto, tema que todo pueda echarse a perder.

Asiento y estoy a punto de abrir la puerta del auto cuando ella se arroja a mis brazos. Esto me deja desconcertado, por orgullo mi vista se dirige a Tom y este la está mirando con el ceño fruncido y una mueca de dolor en su rostro. Sin pensármelo, la sujeto por la cintura y la estrecho fuertemente.

—Eiden, te quiero.

Y cuando esas palabras salen de sus labios y entran en mi sistema, un sentimiento que jamás me había cruzado en el cuerpo se adueña de mí. Una sensación de ternura, cariño y ganas de no soltarla nunca me invaden, me olvido del pomposo, me olvido de los helados, me olvido de la plaza, me olvido de todo, concentrándome solo en esta pequeña de cabello rojizo que tengo entre mis brazos.

Sus labios se pegan a mi cuello y su lengua recorre el camino hasta el lóbulo, haciéndome sobresaltar, suelta una pequeña risa y deposita un beso en mis labios.

—Lo siento si te he tomado desprevenido. No suelo ser así, pero...

—Está bien, no tienes que darme explicaciones Kris, pero— me mira muy seria—. Cuando quieras hacer ese tipo de cosas, no te detengas por favor.

Le coloco un mechón detrás de su oreja y subimos al auto. Doy una última mirada por el retrovisor hacia el pomposo, lo veo bajar los brazos y contemplar como el auto se pone en marcha hasta que lo pierdo de vista.

Seguro que sus sentimientos por ella son genuinos y que la ha querido mucho antes que yo, pero eso no significa que por eso los míos son menos intensos o falsos, lo que siento por ella es profundo y no voy a dejarle el camino a nadie, no mientras yo esté aquí... incluso aun después...

—¿Todo bien? De pronto has activado tu modo avión

Lo que dice me hace reír.

—¿Mi qué?

—Modo avión, ya sabes, igual que un celular...

Niego con la cabeza y respondo.

—Estaba pensando que es lo que te gustaría escuchar.

—Averigüémoslo— dice soltando una risita y encendiendo la radio.

Resulta que en gustos musicales podemos diferenciar y aunque me muestra música que en mi vida había escuchado hace que me interese.

—¿A dónde vamos? — pregunta cuando ve que comenzamos a salir de la ciudad y nos dirigimos a la carretera.

—Ya verás, no desesperes minina— sigo el GPS para no perderme y ruego porque esta cosa no nos pierda.

La verdad que ahora comienzo a preguntar si es buena idea el venir hasta aquí, pero pienso que podremos pasarlo bien.

Cuando ella lee el letrero de la entrada abre mucho los ojos y me mira.

—¿Go karts?

—¿Lo has hecho antes?

Niega con la cabeza y me sonríe.

Joder, ¿es que siempre es tan fácil hacerla sonreír y que sienta como un relámpago me da justo en el pecho cuando la miro?

Bajamos del auto y vamos hacia las taquillas. El sol nos da de lleno, el día es muy caluroso y agradezco no ser uno de esos chicos que sudan como animales a causa del sol. El lugar es un campo abierto, hay muchas familias a pesar de ser un día entre semana, el pasto es muy verde lo cual me sorprende debido al tamaño del lugar, los árboles son frondosos y altos. Se respira un aire completamente distinto al de la ciudad.

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