XI

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Nathalie sintió como alguien daba unos delicados golpes en su puerta, extrañada, sin moverse, saco su brazo derecho de debajo de la sábana y lo estiró hasta su cómoda alcanzando su móvil para checar la hora. Era temprano faltaban pocos minutos para la hora en la que habitualmente se levantaba, pego un bostezo y se medio levanto apegando su espalda al respaldo de la cama.

Con pesades refrego sus ojos y se quedó así sentada por varios minutos, mirando perdidamente hacia un punto fijo en su recámara, los golpes se repitieron.

─¿Si?─ pregunto en tono extrañado, nadie en sus años de trabajo ahí dentro se había atrevido a despertarla

─Nathalie, soy Adrien─ escucho a la voz del rubio, sonaba preocupado

─¿Que pasa Adrien?─ cuestionó tratando de sonar calmada, aunque no lo crean, que la despierten le causaba un ligero mal humor

─Te vine a despertar, porque temia que te quedes dormida─ explicó, la mujer rodeo los ojos, adoraba la ternura e inocencia del rubio, pero aveces era muy extrema ─El desayuno esta listo─ agregó dulcemente

─Esta bien, bajo en unos minutos─ replicó

Al sentir como el rubio se alejaba de la puerta, se levantó, camino con tranquilidad hacia su guarda ropa y de el tomo, una blusa, su característico suéter rojo con cuello de tortuga, y su traje negro, el que usa todos los días, solamente si vieran ese guardarropa lo único que encontrarían son cientos de trajes iguales, acompañados del mismo suéter.

Una vez lista se ato su cabello en un rodete, y salió al exterior, el ambiente era distinto al habitual, había un ligero cambio, a la mujer le agradaba pero no sabia porque; como suele hacer al pasar por la habitación de su jefe golpeó tres veces, el hombre no contesto llamando la atención de la asistente, resignada siguió con su camino.

En el comedor se encontró con el rubio menor sentado en la cabecera, comiendo un desayuno que no parecía el que ella ordena preparar todas las mañanas.

─Buenos dias─ saludo entrando en el lugar, el joven eleva la mirada y sonríe

─Buenos días─ respondió con calidez ─Siéntate─ ordenó sin borrar la tierna sonrisa que había esbozado

─Te agradezco, tomate mi café luego─ musitó parándose en su lugar

─Nathalie, tu café ya esta aquí─ comento señalando la taza y plato que había en su lado izquierdo ─Hoy vienes conmigo ¿recuerdas?, tenemos que desayunar ahora o llegaremos tarde─ acotó adoptando una pose firme imitandola

La azabache bufo y se sento rendida, no podía creer lo persistente que el modelo podía ser, aunque lo entendía, para el la escuela es muy importante, se esfuerza mucho por ser alguien normal y no tener padres que lo acompañen en este tipo de eventos lo desilusiona mucho.

─Espero te guste─ dijo concentrándose en su desayuno

Nathalie frente a ella tenía una taza de café y crepas de arándanos con crema batida, no podía creerlo, tenia tiempo sin desayunar algo asi, pero eso no era lo que la asombraba, sino el menú, ¿como había sabido aquel joven que ese era su desayuno preferido?

Ambos pasaron varios minutos en silencio desayunando, por desgracia ahora no tenían ningún tema de conversación, lo habitual, lo único nuevo es que ella desayunaba con el en vez de verlo desde un costado, se sentía cálido tal acción, lo único que esperaba era que su jefe no se entere, odiaba que ella tenga tales muestras de afecto. . .aunque recordando la conversación de ayer, el sabia todo y aun así los dejaba continuar, ¿por que, acaso ya había desistido con aquella idea de que Adrien no debería recibir afecto así no sufría al momento de perderlo?, la mujer borro esos pensamientos tontos y termino de desayunar. Luego intento llevar los platos hacia la cocina pero el ojiverde la detuvo.

─Hoy no─ se quejo ─Ana se encargará de todo─ suspira y se levanta ─Nosotros tenemos que irnos─ agrego tomándola del brazo y llevandola con el hasta la entrada

Allí este tomo su morral, se lo colocó y se quedó viendo a su asistente, esta también lo miraba con algo de extrañeza, parecía que quería algo pero no lo decia.

─¿Estas lista?─ pregunto el joven inspeccionando a la contraria

─Si─ dijo seca

─¿Te parece si dejas la chaqueta aquí?─ soltó de repente ─Es muy formal ¿no crees?─ la mujer bufo

─Vamos antes de que me arrepienta─ musitó y tomó al joven del hombro para salir de la mansión

Les tomo solo unos minutos llegar al François dupont, por alguna extraña razón la ejecutiva se sentía nerviosa, tal vez por el hecho de tener que salir de su papel de secretaria y comportarse como una persona normal, agregando que debía hacerlo frente a Adrien; más que nervios seguro sentía vergüenza.

─Llegamos─ musitó el modelo saliendo rápidamente, para luego abrir la puerta de la ejecutiva como si se tratara de Gorilla, su emoción era grande

─Gracias─ dijo tomando la mano del joven para salir de la limusina ─Gorilla, ten el auto listo por si necesito volver─ el chófer hizo un gesto con su mano, la mujer río

Luego carro la puerta del automóvil y camino a paso lento junto con Adrien hasta la entrada del instituto, este estaba repleto de jóvenes y adultos, se ve que este evento era muy importante para todos, no faltaba nadie.

─Gracias─ susurro mientras llegaban a la entrada principal, la que daba al patio, la mujer no dijo nada, solo se quedo viendo hacia los demás ─Ven allí están mis amigos─ acotó tomándola de la mano jalandola hacia donde estaba el resto ─Hola chicos─ saludo este elevando su mano, en ronda se encontraban Nino, Alya, Marinette, Nathaniel y Marc

─Hola Adrien─ saludaron todos menos Marinette quien estaba muerta de vergüenza, según ella su pelo se veía mal, aunque todos la veían igual que siempre

─Que bueno que viniste─ dijo el moreno pasando su brazo por detrás de la cabeza de su amigo ─Pensé que faltaría como el año pasado─ comento entre risas

─No podía faltar, este año tengo quien me aconpañe─ señala a su asistente quien desviaba su mirada apenada

─Que tal─ saludo Nino, ella solo elevo su mano en señal de saludo, sin molestarse en hacer contacto visual

─Ella es Nathalie─ la presentó ante el resto de sus amigos, los demás saludaron ─Hoy estara conmigo en el evento de padres e hijos─ dijo orgulloso

─¡Eso es genial!─ exclamó Alya ─Quien te dice y son ustedes los ganadores de este año─ acotó guiñando un ojo

─Espero asi sea, ella es igual de competitiva que yo─ comento entre risas, la asistente hizo contacto visual con los jóvenes por primera vez, su cara estaba roja, no podía creer que el rubio había dicho tal cosa, a ella ni siquiera le interesa competir, ahora debía demostrar que si, y tratar de ganar el primer lugar

─No soy─ lo interrumpió e hizo silencio ante la mirada expectante de los adolescentes ─Tan competitiva─ se defendió tratando de ser lo más formal que podía

─Chicos─ hablo una voz grabe, todos se dieron la vuelta y miraron hacia la entrada, de allí salía alguien, la asistente ni se molesto en mirar, de seguro era algún profesor ─En diez minutos empezamos─ afirmó la voz ─¿Nathalie?─ agrego rápidamente en tono de pregunta, la ejecutiva sintió la voz casi frente suyo, giro su cara para mirar en la dirección de donde provenía, quedándose helada ante el dueño de esta




Miraculous: El precio de nuestro amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora