XLVIII

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Nathalie salio el baño un poco más recompuesta, se sentó en el borde de la cama y saco su celular, miro la fecha y se preocupo un poco, su periodo ya tendría que haber llegado, pero tenía unos días de retraso, automáticamente sumada a su reciente descomposutura, todo concordo en el peor de los escenarios, su piel se empezó a erizar, si bien, su sueño siempre fue ser madre y formar una familia, jamás se lo espero de esta manera.

─¿Por que me pasa esto?─ se preguntó preocupada, se quitó su chaqueta ejecutiva y salió de la habitación

Camino por aquel largo pasillo, paso por la puerta de la habitación de su jefe, la miro con algo de temor, y después continuo con su camino, bajo las escaleras, se quedó parada al pie de ellas durante varios minutos y luego se dirigió a su escritorio.

Allí se sentó y tomó el teléfono que había ahí, marco un numero y aguardo, el tono sonaba en aquel tubo pero nadie contestaba, estuvo a punto de cortar, cuando alguien respondió.

Buenas tardes─ saludo una voz desde el otro lado, la mujer tomo aire y se dispuso a contestar  

─Buenas tardes─ hace una pausa ─Necesito un turno con la doctora Anders─ dijo sin percatarse que alguien más la estaba acompañando

¿Le parece bien el día de mañana por la tarde?─ pregunto la voz, la asistente se giro, agarro su tableta y empezó a revisar el horario, una vez se aseguró que tenía la tarde libre, contestó afirmativamente ─Excelente, la esperamos a las tres de la tarde

Concluyó, la mujer se despidio y corto, luego suspiro ampliamente, jamás creyó tener que solicitar tal cosa, menos en estos momentos, en donde estaba fuera de sus planes volverse madre, ni siquiera había oficializado su relación, y ya estaba en cinta, eso era terrible y para ella era una falta de ética muy importante.

─¿Estas bien?─ pregunto una voz, ella palideció al sentirla, cuanto tiempo había estado ese hombre ahí

─Si─ musitó con temor, el contrario no se lo creyó

─¿Segura?─ cuestionó con curiosidad

─Segura─ suspira ─¿Necesita algo señor?─ pregunto en su característico tono serio

─Si, suspende todas mis citas, iré con Adrien al cine─ ordenó en tono tranquilo ─¿Te gustaría venir también?─ pregunto acercándose a ella

─Yo─ hace una pausa y luego le mira  la cara, el hombre mostró una leve desilusión, al pensar que ella diría que no ─Me encantaría ir─ se retracto, no era buen momento, pero no podía negarse a esos ojos cuando la miraban tan de cerca

─Excelente, en media hora salimos─ comento y se encerró en su despacho

Nathalie se sienta en su silla y recapacita sobre las cosas, luego toma su celular y habré el chat de mensajes que tiene con Paul, dudaba en sí le comentaba esto o no, pero tenía que hacerlo, no había margen de error, el había sido su primer hombre, y los síntomas le estaban dando una confirmación indirecta de su condición.

Con mucho rezago, escribió el mensaje y lo envío, en el pidió juntarse para hablar de algo importante, luego guardo su teléfono y decidió no mirarlo más, la situación la ponía nerviosa y no podía darse ese lujo ahora.

Los minutos pasaron, y finalmente se hizo el tiempo para ir al cine, la mujer miro el reloj que tenía en su escritorio, y al percatarse de la hora, se levantó y se dirigió a la sala para encontrarse con los rubios, en efecto ellos ya estaban ahí, mirando hacia la escalera como si estuvieran esperando que ella baje por allí.

─¿Ya están listos?─ pregunto atras suyo alarmandolos, estos se giraron y la miraron fijamente

─Si, te esperabamos─ contesto el diseñador acercándose a ella ─Te ves muy hermosa─ alago sin miedo, la mujer bajó la vista algo avergonzada, y agradeció, de todas formas no entendía ese piropo, el ya la había visto vestida así, no tenía nada raro, a excepción que ahora no llevaba su chaqueta puesta

Los tres subieron al auto que conducía Gorilla y se dirigieron al cine, esta vez la que viajo adelante fue Nathalie, por alguna extraña razón no quería tener contacto con ninguno de los dos rubios, tal vez seguía molesta con Adrien por engañarla anoche con el tema del helado, y con su jefe; bueno, los motivos son obvios.

Tras llegar al lugar los tres bajaron rápidamente y se adentraron, Adrien dijo que quería elegir la película así que el fue quien hizo la fila para sacar las entradas, mientras los adultos se quedaban a un lado esperándolo, el ambiente entre ellos era algo tensó, ambos en silencio, desviando su mirada.

─¿Te sientes bien?─ pregunto el diseñador intentando romper el hielo

─Ya le dije que si─ contesto en un tono molesto

─Me preocupas, nunca antes has estado tan callada─ replicó mirándola, ella seguía viendo hacia otro lado

─Quédese tranquilo que estoy bien─ dijo cruzándose de brazos ─Solo no se que decir

─Eso es extraño en ti─ acorta la distancia entre ambos al mismo tiempo que se para frente a su vista ─Si algo sucede puedes confiar en mi. . .

─No me pasa nada─ contesto en tono elevado, sonaba enojada

─Emilie decía lo mismo. . .y siempre tenía grandes problemas que no quería decirme─ la toma de los brazos y la obliga a mirarlo ─No estas sola

─Lo se─ suspira

La mujer estuvo a punto de confesar lo que le pasaba pero la charla fue interrumpida por Adrien quien volvía con las entradas y no se había percatado de la conversación que estos tenian.

Tras esperar por las entradas, fueron hasta el candy y compraron un balde de palomitas de maiz, para luego entrar en la sala, una vez alli se acomodaron en sus lugares a aguardar que la película comience, Gabriel quedo entre medio de su hijo y su asistente, asique el por orden de su hijo sostenía el balde con las palomitas para que ninguno tenga que molestar durante la función para comer el delicioso aperitivo.

La película comenzó, los adultos ni se imaginaron los planes del modelo, este había elegido una película romántica que acababa de estrenar; el platinado se quedo sorprendido con la historia, era una mujer que enviudaba, y tenía que salír a trabajar afrontando la vida dura que se le venía, y la pena de haber perdido a su amado, después de mucho esfuerzo esta había conseguido empleo en un estudio juridico en el cual mientras la historia seguía, había logrado encontrar el amor en su jefe, un hombre serio y distante que si bien se enamoró de ella el primer día que la vio, le costaba muchísimo abrirse a lo que sentía y confesar su amor hacia la mujer.

Gabriel bajo su mano para degustar el dulce que habían comprado y se encontró con el tacto de otra mano allí adentro con el mismo propósito, este bajo la mirada asombrado y se encontró con una manga rojisa que conocía a la perfección, luego giro su cabeza sutilmente viendo que en efecto esa mano le pertenecía a su asistente la cual estaba estática mirando la pantalla.

El diseñador acaricio lentamente el dorso la mano contraria, y luego aparto la suya mientras fingía que prestaba atencion al film; la ajecutiva no pudo pasar por alto esta accion, y lo miro fijamente desconcertada, el de lentes se rindió y movió su cabeza para chocar miradas con la dama.

─¿Que sucede?─ susurro ─¿No te agrada la película?─ pregunto esbozando una sonrisa ladina

─Señor Agreste─ susurro en tono de reto ─Haga silencio mejor─ bufo y quito su mano del balde para seguir prestando atención

Después de unos minutos y esa rara escena, la mujer salio al baño, comenzaba a sentiré mal otra vez, por suerte solo había sido una falsa alarma, mientras volvía a la sala para continuar con la película, en los pasillos se encontró con Gabriel quien parecía estar esperándola con algo de impaciencia.

Miraculous: El precio de nuestro amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora