LXVI

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El taxi que habían contratado estacionó frente a la puerta del sanatorio, de el bajo Nathalie, lucia preciosa, como siempre, llevaba un pantalón negro de tiro alto que cubria toda su cintura, una camisa roja, haciendo juego con su mechón, y sobre esta tenía un chaleco negro sin botones, en su cuello llevaba el collar que el platinado le había regalado en señal de su nueva relación; detrás de ella bajo Gabriel, luciendo más elegante que nunca, tenía puesto las mismas ropas que siempre, solo que de color azul, y en la solapa de su chaqueta tenía un prendedor en forma de rosa.

─No quiero entrar─ musitó la mujer mirando aquella puerta automática desde la vereda, el hombre se para a su lado y la toma de la mano

─No se que te pone así, pero no olvides que no estas sola─ la mira fijamente, ella le devuelve la mirada y suspira

Ambos sin soltarse ingresan en el lugar, caminan por el largo pasillo y se detienen frente a la recepción, allí la mujer dice el nombre de su madre, y la enfermera le indica el camino, debían tomar el ascensor hasta el piso tres y luego buscar la habitación ciento catorce.

Una vez allí se encontraron con dos personas, un hombre alto, casi de la misma estatura que Gabriel, ropas corrientes y un bastón de color gris en su mano, a su lado había una mujer exactamente igual a Nathalie, hasta incluso tenía un mechón de su cabello teñido, a excepción de la asistente que era rojo, el de esta era de color rubio, otra diferencia notable fue la ausencia de lentes en el rostro de la dama.

─Padre─ hablo Nathalie ignorando a la mujer

─Hija─ musitó con notables lágrimas en sus ojos, intento acercarse con sus brazos abiertos pero la azabache hizo un gesto en señal de rechazo, haciendo que este pare su accionar ─Me alegra verte─ acotó con tristeza

─Me gustaría decir lo mismo─ replicó con molestia, Gabriel se mantuvo al margen, no quería intervenir en este momento

─Gracias por venir─ musitó el adulto con mucha tranquilidad

─No agradezcas. . .sabes que vine solo por obligación─ rodea sus ojos ─Suplicaste, sino no habría venido

─Ya basta─ bufo la mujer, ya no podía callar más ─Estoy harta de tu actitud, ¿podrías por una sola vez pensar en mama?

─Mama no pensó en mi─ hace una pausa ─Ni tu─ agrego ─Ni el─ concluyó viendo a su padre

─No me alcanza la vida para pedirte perdón─ acotó el hombre ─Me gustaría enmendar mis errores pero ya es tarde

─Deja de bacilar─ replicó ─Mientras tu hija este contigo tu estarás bien─ suspira ─Si no les importe los últimos veinte años, no debería importarles ahora

─Nos importaste─ interrumpió la de mechón rubio ─Pero pusiste tu trabajo antes que nosotros

─Condenada─ levanta su mano dispuesta a darle una cachetada, pero Gabriel garraspea y esta se queda quieta

─No quisiera interrumpir─ hablo el platinado haciendo que Nathalie se quede callada y no insulte a su hermana ─Esto no le hace bien a la señora Sancoeur, deberían mostrar más unidad. . .y si no pueden, eviten pelear aquí, están armando una escena y todos los están miraron─ concluyó en tono serio y frío

─El señor tiene razon─ acotó el adulto ─Ya puedes entrar si quieres, así no te retenemos más aqui

Nathalie suspiro fuertemente y luego entro en el pasillo donde estaban las habitaciones, Gabriel prefirió dejar que vaya sola, no quería presenciar otra escena así de intensa como la que acababa de vivir.

─¿Usted es su jefe, cierto?─ cuestionó la copia de su asistente, este la mira y no contesta ─Mi hermana le entrego la vida a su trabajo y nos perdió poco a poco, ¿no se siente mal?

─Solo diré dos cosas─ fija sus orbes grises sobre la mujer ─Ya no soy su jefe, soy su novio─ aclaro en tono victorioso ─Y le di un hogar, una familia que la quiere y respeta, me siento excelente con eso─ se gira y se sienta en una de las sillas que había en ese pasillo, la mujer mira a su padre y se cruza de brazos

Dentro de la habitaciones Nathalie llego finalmente a la de su madre, vio que la puerta estaba abierta, y decidió entrar, sobre la cama de hospital yacía una mujer delgada, de rasgos arrugados y pelo gris, teñido de esa forma por el paso del tiempo, su rostro era similar al de Nathalie, solo que avejentado.

─Adela─ musitó esta en tono frío haciendo que la mujer abra sus ojos rápidamente

─¡Hija!─ exclamó con alegría elevando sus brazos, pero la azabache no se acercó ─Por favor─ suplico, la mujer rodea sus ojos y se acerca para que esta la pueda abrazar ─Mí niña, mí hermosa niña, has vuelto a mi─ musitó mientras sus ojos se humedecian

─Sabes muy bien porque vine─ replicó separándose de su madre ─No me agrada en lo absoluto estar aquí─ sentenció cruzándose de brazos

─No me queda mucho─ dijo clavando su azulada vista en ella ─El cáncer de pulmón se lleva cada día un poco más de mí vida─ suspira y baja su mirada apenada ─No quiero irme estando así contigo

─Tu enfermedad no cambiará años de dolor─ bufo ─Eras mí madre y no me protegiste cuando más te necesite─ desvía su vista ─Si la tía no hubiera descubierto lo que pasaba, nadie me habría creído─ agrego triste

─No sabes cuanto lo siento, es un error que carcome mí ser día y noche─ empieza a llorar

─Adela, por más que lloré, no me hará cambiar de parecer─ suspira ─Incluso tuvo que esperar que Catherine hablará, ustes no me creyo, y así y todo siempre penso que lo mio era un invento. . .fui la bastarda de la familia, y ahora pretenden hacer como que les hice falta, no es necesario 

─Quiero irme en paz hija, por favor, no me niegues eso─ suplico devastada

─Si por mi fuera la dejaría ir asi─ sus ojos se cristalizan ─Tiene que pagar todo lo que sufri

─No digas eso─ replicó devastada

─Me llamo prostituta, ¿y yo no puedo decir que me gustaría que se vaya sin encontrar la paz?─ arquea una seja ─Fue un error venir─ acotó e intento girarse

─¡¡No!!─ grito desgarradoramente ─Por favor, Nathalie, perdoname, sufrí todo este tiempo, soy una idiota, me merezco morir, pero por favor no quiero morir si aun me odias, quiero aliviar tu corazón, no lo hago por mi, lo hago por ti─ hace una pausa y se seca las lágrimas ─Quiero que vuelvas a ser la niña sonriente que eras, la que disfrutaba de la vida, la que tenia sueños y aspiraciones

─Aun soy esa niña─ replicó seria ─¿Que te hace pensar que perdonarte me hará ser feliz?─ pregunto en tono frío

─Por algo viniste─ susurro ─Y no me digas que viniste porque tu papa te suplico, te conozco, sos igual a mi; solo buscas excusas para justificar las acciones de tu corazón

─Deje de tener corazón, la noche en la que me abofeteaste─ replicó

─Hija. . .

─¿Por que no me busco si tan arrepentida esta?─ pregunto viéndola fijamente

─Mi enfermedad─ contesto ─Habías conseguido trabajo; el mejor que podías tener, me odiabas, y no quería volver a tu vida suplicando cariño y comprensión─ hace una pausa ─Nos mudamos aquí porque las atención es de primera; y en las mayor de las veces no tuve que pagar nada─ aclaró tranquila

Nathalie se quedo en silencio, mirando a su madre fijamente, a pesar de que las odiaba no podía negar que las extrañaba, queria abrazarla, y contarle todas experiencias, pero cada vez que lo pensaba su corazón dolía, las escenas de su pasado la atormentaban incluso hasta hoy.

─La perdono─ suspiro acercándose más a la cama

─Hija─ vuelve a llorar

─Pero no crea que haré como si nada─ la toma de las manos ─Me es difícil olvidar todo

─Gracias─ susurro

Esta vez Nathalie fue la que extendió sus brazos y la adulta correspondió, las dos se quedaron asi durante varios minutos, aunque suene extraño, ambas se necesitaban, fueron muchos años separadas.

Miraculous: El precio de nuestro amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora