XXXVII

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El aire en el comedor era tenso, Nathalie tenía que soportar a Lena parada en aquel lugar, en la puerta contraria que estaba justo frente a ella, según, Gabriel le había ordenado que supervisará esta noche a su hijo, mientras cenaba, la azabache no podía creer lo que pasaba, ¿de verdad su jefe le ordenaba esas cosas o la mujer era una despreciable que hacía todo esto para molestarla?

─¿Puedo preguntar algo?─ hablo Adrien quien ceno en silencio por la tensión que había en el aire

Claro─ respondieron ambas al mismo tiempo, luego hubo silencio y Nathalie gruñó por lo bajo, la estaba odiando de verdad

─¿Que hace ella aquí?─ pregunto mirando a Nathalie

─Tu padre me pidió que esta noche te supervisará─ contesto la azulada anticipando la respuesta de su par

─No entiendo porque tu padre se empeña en que ella este aqui─ la mira

─Lo hace porque soy su asistente─ musito esta con una sonrisa cínica en su rostro

─Yo soy su asistente─ replicó con enojo

─No por estos dias─ dijo cerrando sus ojos

Nathalie bufo y se quedó en silencio, era demasiado para ella, podía resistir cualquier cosa, menos que la intenten reemplazar. La azulada por su parte al ver que Adrien había terminado de cenar y que su par estaba distraída, se acercó tomo el plato del joven, y se retiró en silencio del lugar.

La azabache seguía gruñendo por lo bajo, odiaba completamente a esa mujer, quería sacarla de la mansión de una patada y no volverla a ver nunca más, era despreciable y muy despreocupada.

─Se fue hace tiempo─ comento Adrien mirándola con un poco de ternura, el llamaba a esa furia celos y le gustaba ver a su asistente así

─Condenada─ se quejo, luego rodeo sus ojos y suspiro ─La odio─ acotó desviando su mirada

─¿Es por el trabajo o algo más?─ se animo a preguntar

─Claro que es por el trabajo, ¿que harías tu si llaman a otro modelo?─ cuestionó en tono furioso

─Disfrutar de la libertad─ contesto tranquilo, parándose de su lugar

─Eso nunca─ afirmó cruzándose de brazos ─No mientras ella mete sus manos en mis cosas─ el rubio río

─Tranquila. . .pronto se ira─ se acerca a ella ─¿Cuanto dura la semana de diseñadores?

─¿En serio preguntaste eso?─ replicó elevando una ceja, el contrario bajo su mirada avergonzado ─Perdon─ se disculpo ─Dura una semana como su nombre lo indica─ el joven hace silencio ─Escucha, no quise tratarte asi─ toca su hombro y el no hace nada ─Estoy enojada es todo

─Lo se─ levanta la mirada y muestra la sonrisa que estaba esbozando

─Ustedes dos me van a matar del disgusto─ se quejo cruzándose otra vez de brazos

─Perdón Nathalie, es divertido cuando estas enojada─ musitó regresando a su lugar

─Te aseguro que no es divertido─ acotó girandose a la puerta para abrirla ─A partir de mañana tendrás clases de español─ sentenció con firmeza

─No por favor─ suplico ─Ya tengo muchas actividades 

─Te lo buscaste, después de todo te gusta cuando me enojo.

Concluyó y salio del lugar con una gran sonrisa, camino por el gran pasillo y subió las escaleras a paso tranquilo, arriba se encontró con su jefe caminando con aquella mujer a su lado, los dos miraban uno de los cuadros que habia colgados en ese lugar, era uno muy lindo, y lo había pintado Emilie en persona, así que el valor era muy grande.

─Nathalie─ hablo el platinado cuando se percató de la presencia de su secretaria

─Señor─ musito con recelo

─Que bueno que te vemos─ suspira ─¿Te importaría dormir afuera esta noche?─ pregunto, Nathalie por la sorpresa no pudo contestar ─Como sabes Lena se queda aquí, y los demás cuartos son un desastre, la mansión no ha tenido mucho mantenimiento los últimos años─ hace una breve pausa ─Solo será por hoy, podrías visitar a tu novio, después de todo se quejo que no tienes tiempo para el─ concluyó tranquilo, mientras la mujer que estaba detrás suyo sonreía con amplitud

─Claro señor no hay problema─ contesto la azabache con melancolía, este era su final, la gota que rebalso el vaso ─Solo quito unas cosas y me retiro─ comento continuando con su marcha ignorando a los demás

La azabache entro a su habitación, sacó un pequeño bolso que tenia guardado en su armario y en el coloco su pijama, ropa casual y uno de sus habituales trajes, por si mañana debía regresar, tras acomodar todo cerro su guardarropa con llave, tomó sus pertenencias de la mesa de noche y salió al exterior, encontrándose nuevamente a los contrarios en aquel pasillo; seguían viendo el mismo cuadro.

─Ya esta listo señor─ dijo en tono bajo evitando hacer contacto visual con el hombre

─Excelente Nathalie─ hace una breve pausa ─La veo mañana para darle los últimos detalles antes de partir─ explicó con serenidad

─Esta bien señor─ hace una pausa y continúa sin mirarlo ─Que descanse─ agrego casi en un susurro

La de lentes y piel blanca como la luna, bajaba las escaleras con lentitud, no quería irse de aquella casa, no asi, mañana volvía, pero en ese instante se sentía derrotada, frustrada, desplazada y dolida.

─¿Nathalie que haces con eso?─ pregunto Adrien al verla terminar de bajar las escaleras

─Me voy─ respondió únicamente, su mirada reflejaba tristeza

─No, no, no déjate que te vayas─ afirmó acercándose a ella ─¿Acaso te echo?─ pregunto mientras unas lágrimas amenazaban con salir

─No─ musito ─Solo debo irme para que Lena use mi habitación─ desvía la mirada ─Espero que Paul pueda recibirme─ acotó con desgano

─Quédate en mi habitación, yo dormiré aquí─ sugirió rápidamente ella negó ─O iré al cuarto de servicio─ agrego con desesperación

─Te veo en la mañana─ dijo seria ─No te preocupes por mi─ se acerca a el, lo toma por sus cachetes y le deposita un beso en su frente ─Descansa

Y tras hacer eso, tomó su bolso, se lo colgó en su hombro y se dirigió a la puerta, la abrió, salió y la cerro sin mirar atrás, si veía a Adrien antes de salir su valor se iría y no podría hacerlo, debía ser fuerte o se derumbaria ahi mismo y eso no sería nada bueno.

Miraculous: El precio de nuestro amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora