CAPÍTULO 11 NO ES ÉL

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Empezaba a oscurecer. Laura, se encontraba en el balcón de su habitación, la vista era maravillosa.

Por un momento sintió que la paz la inundaba, aún estando en cautiverio, en ese lugar se sentía libre, pero, ¿de que le servía? Volvió a la realidad, su realidad, ciertamente ya no se encontraba atada de pies y manos ni vendada de sus ojos, ahora podía disfrutar de ese paisaje maravilloso, podía vagar por esa enorme casa, ya no estaba confinada a ese mugroso y mal oliente cuarto, rodeada de esos hombres que la maltrataba y se burlaban de ella, ahora era tratada con consideración, con amabilidad, incluso con respeto.

Las cosas sí habían cambiado y mucho, sin embargo, para ella casi era la misma, su vida seguía pendiendo de un hilo, tarde o temprano Alfonso cumpliría sus amenazas, y eso la hacía estar en un estado de zozobra constante, solo esperando el momento en el que él decidiera que ya era tiempo de actuar.

El era un hombre rastrero, se movía engañando a la gente con su aspecto atractivo y refinado, nadie pensaría lo que había en el interior, así como había engañado a su hermana mostrándose ante ella como el hombre más encantador del mundo, así tenía engañadas seguramente a las personas que se encontraban en esa casa, cuidando de ella, estaba segura de que nadie sabía que ella se encontraba secuestrada, ellos parecían gente buena y Alfonso sabía que ella no lo delataría porque no quería que nadie saliera lastimado, principalmente su hermana, él había, sido tan claro, si ella lograba salir de ésta, aunque había asegurado que no lograría salir, y si lo delataba, Lidia sería la primera en pagar por lo que ella hiciera o dijera, así que seguía atada e indefensa ante ese criminal.

No pudo evitar que un escalofrió recorrerá, su cuerpo al solo recordarlo, deseaba poder huir de ahí, todo estaba tan silencioso. ¿y si pudiera llegar hasta la puerta de salida? ¿Y si lograra escapar?

Se dirigió con nerviosismo hacia la planta baja, en efecto, no se escuchaba ruido ni se veía a nadie por los alrededores, con desesperación apresuró el paso hacia la puerta, la abrió. No había nadie, había esperado encontrarse con uno o dos hombres vigilando, pero no... Su corazón se aceleró aún más, salió afuera, se detuvo en la parte superior de los tres escalones que la llevarían hacia su libertad, los bajó casi corriendo solo para tropezar y caer de lleno, no sobre el piso de tierra que la esperaba, sino en los brazos de un hombre.

_ ¡Cuidado! - alcanzó a escuchar antes de sentir sus manos sosteniéndola. - las sensaciones que la embargaron en ese momento fueron tan contradictorias, esos brazos fuertes evitando que cayera y se lastimara, le brindaban seguridad, protección, sin embargo, esa voz... no lo podía creer... de todas las personas que deambulaban por esa casa tenía que haber venido a dar con él precisamente, con ese ser odioso y repulsivo.

Con rapidez se apartó de su agarre alejándose unos pasos con la mirada baja, no deseaba verlo, no quería ver su rostro burlón restregándole que jamás escaparía de él.

_ ¿Estás bien? - no se dio cuenta cuando el se acerco de nuevo y la tomó de los brazos. _ ¡mírame! - tomó su barbilla obligándola a levantar la vista. _ ¿te encuentras bien?

Ella estaba temblando de terror, el se dio cuenta de inmediato, pero cuando sus ojos se encontraron todo cambió.

Ella se quedó estática, su palidez era casi cadavérica, sus grandes ojos lo miraban con horror y luego con sorpresa, inmediatamente los cerró y él sintió como su cuerpo se desvanecía entre sus brazos.

*****
Laura despertó. Se encontraba en su habitación, recostada en la cama.

Los recuerdos empezaron a llegar como cascada, había intentado huir, estando a un paso de su libertad, había escuchado la voz de Alfonso, quien evito que cayera de las escaleras, pero, al verlo a la cara, no era él, ¿o lo había soñado?, ¿tanto era su deseo de evadirse de la realidad, que en lugar de ver a su verdugo había preferido sustituirlo por su guapísimo hermano, al que no había visto desde que tenía dieciocho años. Él forzosamente tenía que haber cambiado, podía no reconocerlo, pero esos ojos, esa mirada, jamás sería borrada de su mente, y estaba segura de que la había visto, había sido real.

PERDIDO EN SU MIRADA No. 4️⃣ //SERIE HOMBRES DE LA SIERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora