El intentó resistirse volviendo su mirada hacia la tienda en donde ella se encontraba.
_ ¡Laura! - gritó desesperado. Sus miradas se encontraron.
_¡Camina! - lo empujaron los hombres a quienes fue entregado y que ya lo tenían sujeto ante el intento de él de regresar por Laura.
_ ¡Todo estará bien! - volvió a gritar. _ ¡regresaré por ti! ¡no te dejaré! - intento mirarla por última vez, pero no se lo permitieron, lo subieron a la fuerza a una de las camionetas.
El siguió resistiendose ante el enojo de sus captores.
_ Si no te estás, quieto. - dijo el jefe de ellos te amordazare y te echaré fuera como un costal de papas, te aseguro que no iras nada cómodo.
Damián dejo de luchar. No sabía quiénes eran esos hombres, no reconocía a ninguno, aunque siendo sinceros, conocía a muy poca gente de su hermano. A quienes conocía y recordaba muy bien era a quienes trabajaron con su padre, y sabía que Santiago los había corrido casi a todos, solo se había quedado con los que él sabía que podía confiar y querian trabajar en el nuevo giro que iban a dar sus actividades, al dejar las filas del crimen organizado. Así que ahora pudiese ser que esos hombres pertenecieran al grupo de Santiago o a cualquier otro grupo criminal de la región, sin embargo, sabía que por el momento no los dañarían ni a él ni a Laura.
Por lo que había escuchado, los necesitaban y eso era bueno.
También confiaba en que fueran quien fueran esos hombres, su hermano los rescataría, sabía por las expresiones de los hombres que lo tenían ahora, que sabían quién era él y no le extrañaba, él y Santiago eran muy parecidos, serían tontos si no lo relacionaban.
*****
Laura dejó escapar un sollozó y se abrazó a sí misma, dejándose caer en el duro piso de la tienda de campaña al ver como esos hombres se llevaban a Damián.Ahora se encontraba sola en medio de un montón de matones. Estaba asustada, no sólo por ella, temía lo que le pudiera pasar a Damián, se había acostumbrado tanto a él, a su proximidad, a su calor, a su ternura, a su sentido de protección, con él se sentía segura, y ahora... Ahora además de estar aterrada, se sentía vacía y asustada.
Durante el día se negó a salir cuando esos hombres intentaron persuadirla para que se reuniera con ellos a comer, ante su negativa le llevaron algo hasta la tienda, pero ella no probó bocado y lo dejó junto a la puerta fuera de la tienda. No podía comer mientras pensaba como estaría Damián, quizás lo hubieran golpeado o entregado a gente con peores intenciones que ellos, probablemente no se habían ocupado de darle de comer. La angustia la estaba matando.
*****
Atardecía ya, cuando Laura se despertó del ligero sueño que la había vencido, se sentía cansada y aturdida, probablemente la falta de alimento y agua estaba haciendo estragos en ella, pero se negaba a aceptar cualquier cosa que proviniera de ellos.En el exterior se escuchaba una gran agitación, los hombres empezaron a correr y a reagruparse como lo habían hecho cuando llegaron los hombres que se llevaron a Damián. Después de varios minutos, se empezó a escuchar el ruido de vehículos acercándose.
Como la vez anterior, ella miro a través de una pequeña abertura de la puerta de la tienda. Observo como llegó una camioneta, y otra, y otra, eran tres, pero nadie se movió, los hombres que venían en la parte trasera de éstas permanecían impasibles, escudriñando los alrededores con las manos cerca de sus armas, los del Campamento apuntaban las suyas hacia ellos, pero eso no parecía asustarlos, por fin la puerta de uno de los vehículos se abrió del lado del conductor.
Laura observó al hombre que salió, alto, poderoso irradiando seguridad, a pesar de que había más de veinte hombres apuntando sus armas contra él y los suyos, el permanecía sereno, con la vista fija en Martín.
Ella ahogo un gemido al verlo con más detalle, era la viva imagen de Damián, solo que un poco mayor que él.
La seguridad y la confianza con que ese hombre se dirigió hacia Martín, sin un ápice de temor en su rostro, con esa autoridad, que nadie podía ignorar, la dejaron sorprendida.
Sin lugar a duda supo de quién se trataba. Era nada más y nada menos que Santiago Moran, desde siempre había escuchado historias acerca de él, lo había visto una o dos veces antes de marcharse con sus tíos, pero no recordaba gran cosa, había estado más ocupada en poder esconderse de Alfonso que en conocerlo a él.
Pero ahora que lo tenía a la vista, se sentía intimidada por la presencia y el poder que emanaban de él.
Lo miró acercarse a Martín con pasos firmes, los hombres que lo acompañaban habían bajado de las camionetas, eran unos veinte hombres más o menos, todos esperaron junto a los vehículos excepto dos que lo acompañaron colocándose a sus espaldas a unos pasos de distancia de él.
_ Bien, aquí estoy. - escuchó a Santiago decirle a Martín, quien se veía sumamente nervioso.
_No... E... Esperaba... Que vinieras tan pronto.
_Deberías de saber que soy un hombre de palabra. - lo miró desafiante. _prometí que vendría si me entregabas a mí hermano, tu cumpliste, yo también lo hago.
_Hablemos en privado. - escuchó a Martín sugerir invitándolo a seguirlo.
Santiago no dijo nada, solo lo siguió, saliendo de su campo de visión, ahora no podía ver ni escuchar lo que esos dos hombres tenían que decirse y por consiguiente no sabría nada de Damián, aunque sí los que se lo llevaron eran hombres de Santiago, ella podía estar tranquila, al menos él estaba fuera de peligro, lo que no podía decir de ella, no creía que un criminal como Santiago Moran quisiera o estuviera interesado en hacerse cargo de una desconocida, por muy amiga que fuera de su hermano.
Desolada se dejó caer en su lugar, no le quedaba nada más que esperar.
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PERDIDO EN SU MIRADA No. 4️⃣ //SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
Lãng mạnLaura trabaja para una empresa muy importante, sin duda ha triunfado en la vida, a pesar de provenir de un poblado en la Sierra, en donde lo único que progresa es el narcotráfico y los grupos del crimen organizado. Huyendo de todo eso consiguió marc...